lunes, 9 de abril de 2007

La Resurrección:unidad, intimidad e integridad.



La resurrección no es un acontecimiento post mortem sino una realidad de la vida cotidiana. Nuestra preocupación por el cuerpo nos convoca a una unidad más allá de la organización, a una intimidad más allá del erotismo y a una integridad más allá de la totalidad psicológica. Estamos convocados a sobrepasar los límites de nacionalidad, raza, sexo, edad y capacidad mental y crear una unidad de amor que permita a los más débiles de entre nosotros vivir bien. Se nos llama a abandonar la lujuria, la necesidad sexual y el deseo de unión física por una intimidad espiritual que incluye cuerpo, alma y corazón. Y se nos invita a dejar viejos modos de bienestar individual y alcanzar una nueva integración de las múltiples facetas de nuestra humanidad. Tales llamadas son invitaciones a la resurrección. El cuidado corporal es preparación del cuerpo para la resurrección final mientras la adelantamos en nuestras vidas diarias por medio de la unidad espiritual, la intimidad y la integridad.
Somos el pueblo de la resurrección, que vivimos la vida con una gran visión que nos transforma mientras la vivimos.

En la Resurrección descubro que:
- Mi fe y mi incredulidad nunca están lejos una de la otra.
- Nadie conoce a Jesús de inmediato. Le confunden con un jardinero, un desconocido o un fantasma. Pero cuando aparece un gesto familiar sus amigos saben que está con ellos. La ausencia y la presencia se tocan.
- Las historias de Resurrección revelan la omnipresente tensión entre llegada y partida, intimidad y separación, abrazo y liberación, domesticidad y misión, presencia y ausencia. Nos enfrentamos a esta tensión todos los días. Nos pone en camino para la realización total de la promesa que se nos hizo.
- Las historias del evangelio sobre la Resurrección ahondan mi esperanza y mi fe y me dan una visión nueva de mi cuerpo, y me invitan a hacer la conexión real entre la historia de Jesús y nuestras historias.
- Nuestra vida humana es una misión para proclamar el incondicional amor de Dios en este mundo.

(Notas tomadas de: “Diario del último año de vida de Henri Nouwen”. PPC, 2002.)

2 comentarios:

  1. Hola Manuel, encontré tu blog de casualidad. Demasiado profundo para mi, pero interesante de todas maneras.

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  2. Una verdadera sorpresa tu comentario. Ciertamente este blog no es muy devocional, pretende invitar a un nivel de espiritualidad algo más profundo, casi siempre con autores cristianos contemporáneos, aunque sin desechar a los clásicos. Eso si, una espiritualidad liberadora, renovadora de la persona, abierta y ecuménica. Gracias por tu comentario, todavía no recibo muchos y además no soy experto en esto del mundo web, pero es un intento que me ilusiona y quiero mantener. Ojalá se repita alguna otra vez.

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