
“Los días que Dom Gabriel Sortais, vicario general de la Orden, pasó en Getsemaní, en agosto de 1948, estuve muy atareado, pues tuve que servirle de traductor y secretario: Don Gabriel no hablaba inglés. Por esta razón tuve que salir del monasterio por primera vez en siete años, y acompañé al vicario general en un viaje de caridad a Louisville.
Entramos en la ciudad… y no hacía más que pensar en cómo reaccionaría al enfrentarme de nuevo cara a cara con el perverso mundo. Pero me encontré con él y no me pareció tan malo como creía. Acaso las cosas que me disgustaban al abandonarlo fueran una proyección de mis propios defectos. Ahora, por el contrario, todo me conmueve con un sentido de callada y profunda compasión. Algunas de las personas que vimos por las calles podrán ser duras e inflexibles con la ingenua y primaria brusquedad del Medio Oeste. Pero no me paré a observarlas, porque parecía haber dejado de sentir curiosidad por los meros detalles exteriores y haber descubierto, en cambio, un profundo sentimiento de respeto, amor y piedad por las almas a las que esos detalles nunca se revelan totalmente. Recorrí la ciudad dándome cuenta por primera vez en mi vida de lo buenas que son todas las personas y de lo mucho que valen ante los ojos de Dios”.
Entramos en la ciudad… y no hacía más que pensar en cómo reaccionaría al enfrentarme de nuevo cara a cara con el perverso mundo. Pero me encontré con él y no me pareció tan malo como creía. Acaso las cosas que me disgustaban al abandonarlo fueran una proyección de mis propios defectos. Ahora, por el contrario, todo me conmueve con un sentido de callada y profunda compasión. Algunas de las personas que vimos por las calles podrán ser duras e inflexibles con la ingenua y primaria brusquedad del Medio Oeste. Pero no me paré a observarlas, porque parecía haber dejado de sentir curiosidad por los meros detalles exteriores y haber descubierto, en cambio, un profundo sentimiento de respeto, amor y piedad por las almas a las que esos detalles nunca se revelan totalmente. Recorrí la ciudad dándome cuenta por primera vez en mi vida de lo buenas que son todas las personas y de lo mucho que valen ante los ojos de Dios”.
El signo de Jonás
Quizás en ese momento de su vida experimentaba una gran apertura y sinceridad con el mismo. Me refiero a la paz y la armonía que todos buscamos. También después de siete años sin salir del monasterio, el mundo le ayudo a experimentar en su corazón el momento presente y unos de los sentimientos que más suelen aflorar son la bondad y la compasión hacia todo.
ResponderEliminarEs hermosa tu entrada de hoy.
Un abrazo..............
....trabajandonos la compasión ( pilar esencial dentro del Budismo )tenemos un importante paso dado dentro del camino espiritual.....
ResponderEliminarun saludo a todos y a tí Manuel un millón de gracias por los textos
Sí, Nieves, tienes razón, (el pilar más esencial dentro del Budismo, es la compasión) Pero la mayor prueba de compasión que experimento la humanidad y seguimos haciendolo es la que vivió Jesús desde la Cruz. Murio de la forma en que lo hizo por todos nosotros y el camino que tuvo que recorrer desde Getsemani hasta el Calvario está cargado de un simbolismo tremendo.
ResponderEliminarCreo que el Cristiano tiene en la compasión de Jesús su principal pilar, aunque el amor (que es el mandamiento por escelencia) también.
Un beso
qué regalo grande es el silencio y la oración, la soledad...para descubrir la bondad de todo lo que nos rodea, me alegra que T.M. lo exprese así después de "7 años" de estar en el monasterio...
ResponderEliminarGracias,
Inés