
"Un sacerdote da testimonio de la Resurrección teniendo en sus manos a Cristo Resucitado, elevándolo sobre su cabeza para que todo el mundo lo vea. Y ninguno de nosotros ve, excepto por la fe. La fe misma es la luz de la resurrección, nuestra participación en la Resurrección. Es el efecto de la Resurrección en nuestra alma. Mediante ella somos enterrados y resucitados de la muerte en Cristo"
. (Thomas Merton, 24 de febrero de 1953)
"Todos hemos de resucitar de la muerte. La resurrección es nuestro destino. La vida es nuestro destino lo queramos o no. Pero ser resucitado sin quererlo, odiar la vida, es la resurrección del juicio. El hombre no es ni puede ser algo meramente efímero. Pero si desea desvanecerse, quedarse en lo que no es, es una contradicción viviente". (Thomas Merton, 7 de mayo de 1961)
"En el sermón pascual de Isaac de Stella hay una profundísima intuición de la fe como resurrección por ser un acto de obediencia a Dios considerado como la vida suprema. Lo que importa es el acto de sumisión a la vida infinita, a la autoridad de la Vida Creadora y Redentora, al Dios Vivo. La fe es este sometimiento. La rendición interior de la fe no puede tener pleno sentido más que como acto de obediencia, es decir, compromiso personal en el sometimiento a la verdad de Dios en su poder de dar vida, y de ordenar vivir.
De ahí que la fe no sea simplemente un acto de elección, una opción por una cierta solución al problema de la existencia, etcétera, sino un nacimiento a una vida más excelsa mediante la obediencia al Dador de la Vida, obediencia a la fuente de vida.
Creer es consentir a una orden creadora que nos resucita de entre los muertos".
(Thomas Merton, 5 de diciembre de 1960)