"...y tú vivías en la impaciencia,
porque sabías que esto no era todo.
Vivir no es más que un fragmento... ¿de qué?
Vivir no es más que un eco...¿de qué?
Vivir sólo tiene sentido en relación
con los numerosos orbes del espacio
que se expanden hasta el infinito...
vivir no es más que el sueño de un sueño,
pero velar es estar en otra parte".
(Rainer Maria Rilke, "Requiem")
Este poema de Rilke aparece citado en el libro que leo sobre Etty Hillesum, y he querido compartirlo en esta mañana de domingo. En el oficio y la eucaristía resonó en mis oidos un texto bíblico que me dice: "Eres hijo de la luz e hijo del día, no de la noche ni de las tinieblas". Siempre me ha gustado el símbolo de la luz, quizá porque aun veo muucha oscuridad dentro de mí. Es una imagen que me gusta evocar, que utilizo en mi meditación también. Una luz encendida dentro de mí, pequeña primero, y que va creciendo luego hasta alumbrarlo todo. La luz tiene que ver con el nacer también; y con la vida. Me he repetido varias veces esta mañana: Soy hijo de la luz, y la luz está en todas partes. La vi ayer tarde en esas hojas que los vientos de otoño han dejado caer al pavimento. La quiero ver también, la luz, brillando en medio de mi oscuridad.
Precioso Manuel.
ResponderEliminarMuy bonito el poema de Rilke y tu reflexión sobre la luz y la oscuridad propia de un profundo e interior estado de meditación.
Te añado algo:
" Yo soy la luz, la luz está en mí "
Gracias siempre.
Nieves ( granada )
Somos hijos de la Luz y la Luz está en nosotros. Pero, muchas veces vivimos en la oscuridad y con la ocuridad. Porque es consecuencia de las luces que nosotros mismos vamos apagando. Cuando apagamos la luz del amor por intereses, cuando apagamos la luz de la ternura por falsas conveniencias, cuando apagamos la luz del cariño por ... Y pará qué sirve nada, o todo, en el vacío frío del silencio oscuro?.
ResponderEliminarHermoso. Me encantó. La imágen de la luz, de Cristo como luz y guía es esperanzadora. Muy lindo también el comentario anexo al poema.
ResponderEliminarSiempre vamos en camino hacia otra parte, o mejor, hacia ese Otro, que nos espera en la infinitud. Dios envía al mundo hombres y mujeres que son LUZ, que trabajan por la luz, para que la oscuridad no tenga nunca la última palabra.
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