martes, 9 de diciembre de 2008

Hacerlo todo de nuevo.


“La tarea de nuestra vida es sólo y especialmente seguir siendo reales. La tragedia consiste en suponer que una sociedad, una institución, una causa, o incluso una Iglesia, harán la tarea por nosotros. Y nos resulta duro tener que reconocer que lo que hemos estado tratando de construir tiene que ser derribado y recompuesto de una manera mejor… y con muchas dificultades. Y sin embargo, siempre hay algo muy bueno en hacerlo todo de nuevo”.
(Carta de Thomas Merton a Margaret Randall; 6 de julio de 1967)

“La religión de nuestro tiempo, para ser auténtica, debe ser del tipo que escapa prácticamente a toda definición religiosa. Porque hubo definiciones interminables, verbalizaciones incesantes, y las palabras se convirtieron en dioses. Abundan tantas palabras que uno no puede llegar hasta Dios mientras se piense que Él se encuentra al otro lado de las palabras”.
(Carta de Thomas Merton a Ludovico Silva; 10 de abril de 1965)

“Si hay una ambición que podríamos permitirnos, y una forma de fortaleza, es tal vez esta especie de ironía sincera, ser un pedazo completo de ironía sistemática en medio de una vida totalitaria o capitalista”.
(Carta de Thomas Merton a Czeslaw Milosz; 12 de septiembre de 1959)

2 comentarios:

  1. Empecemos por ser reales con nosotros mismos, derribemos todos los muros. Hay compañías que no quitan la soledad y hay palabras que no atraviesan el silencio. Si queremos redimirnos, hagamos práctica CON la palabra.
    Siempre se puede hacer todo de nuevo. El hombre puede.
    Leo, una ve más, y comparto este poema de Cernuda.

    Si el hombre pudiera decir lo que ama,
    si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
    como una nube en la luz;
    si como muros que se derrumban,
    para saludar la verdad erguida en medio,
    pudiera derrumbar su cuerpo,
    dejando sólo la verdad de su amor,
    la verdad de sí mismo,
    que no se llama gloria, fortuna o ambición,
    sino amor o deseo,
    yo sería aquel que imaginaba;
    aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
    proclama ante los hombres la verdad ignorada,
    la verdad de su amor verdadero.

    Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
    cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
    alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
    por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
    y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
    como leños perdidos que el mar anega o levanta
    libremente, con la libertad del amor,
    la única libertad que me exalta,
    la única libertad por que muero.

    Tú justificas mi existencia:
    si no te conozco, no he vivido;
    si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

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  2. La ironía como arma de la inteligencia, como defenza frente al sarcasmo de la realidad. Ese humor salvador que cultivan con tanta precisión los maestros espirituales, y que surge de una comprensión clarividente de la realidad.

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