
"Meridianos, relojes, tiempo constante y sonante,
indiferente y soberbio carcoma de cercanías,
renovador de soledades, duende voráz
que nos engulle célula por célula,
puente para deambulantes,
los apiña en el recodo de cualquier otro camino,
les cita, les dispersa a los cuatro vientos.
Publicano cruel, aritmético y gélido.
Yo mientras tanto oculto mi tiempo,
el nuestro, le tengo domado
en la tenue red del amor.
Mi tiempo es quieto redil, ignorante de sí,
inocente y culpable, tiempo atemporal,
mi meridiano íntimo, reloj de los recuerdos,
latido y tic-tac.
Canto susurrante de incurable eternidad
mientras seamos...".
Ray Morell.
La poesía es una de las caricias que nos ofrece la vida, un camino que se abre al espíritu.
ResponderEliminarTranscribo acá (como tú dirías, Manuel) este poema de José Hierro, titulado “Respuestas”. Lo he elegido porque tal vez el tiempo, nuestro tiempo, dependa de cómo lo vivamos, de las respuestas … O mejor aún, de hallar en el amor la única respuesta que libera de las sombras. El futuro sería así como una hilera de pequeñas velas encendidas, como aquellas que nos iluminaron, tibias y vivas.
"Quisiera que tú me entendieras a mí sin palabras.
Sin palabras hablarte, lo mismo que se habla mi gente.
Que tú me entendieras a mí sin palabras
como entiendo yo al mar o a la brisa enredada en un álamo verde.
Me preguntas, amigo, y no sé qué respuesta he de darte,
Hace ya mucho tiempo aprendí hondas razones que tú no comprendes.
Revelarlas quisiera, poniendo en mis ojos el sol invisible,
la pasión con que dora la tierra sus frutos calientes.
Me preguntas, amigo, y no sé qué respuesta he de darte.
Siento arder una loca alegría en la luz que me envuelve.
Yo quisiera que tú la sintieras también inundándote el alma,
yo quisiera que a ti, en lo más hondo, también te quemase y te hiriese.
Criatura también de alegría quisiera que fueras,
criatura que llega por fin a vencer la tristeza y la muerte.
Si ahora yo te dijera que había que andar por ciudades perdidas
y llorar en sus calles oscuras sintiéndose débil,
y cantar bajo un árbol de estío tus sueños oscuros,
y sentirte hecho de aire y de nube y de hierba muy verde...
Si ahora yo te dijera
que es tu vida esa roca en que rompe la ola,
la flor misma que vibra y se llena de azul bajo el claro nordeste,
aquel hombre que va por el campo nocturno llevando una antorcha,
aquel niño que azota la mar con su mano inocente...
Si yo te dijera estas cosas, amigo,
¿qué fuego pondría en mi boca, qué hierro candente,
qué olores, colores, sabores, contactos, sonidos?
Y ¿cómo saber si me entiendes?
¿Cómo entrar en tu alma rompiendo sus hielos?
¿Cómo hacerte sentir para siempre vencida la muerte?
¿Cómo ahondar en tu invierno, llevar a tu noche la luna,
poner en tu oscura tristeza la lumbre celeste?
Sin palabras, amigo; tenía que ser sin palabras como tú me entendieses."
Refrescante un toque poético para el blog, que ya echába de menos; el poéta tiene unas intuiciones místicas profundas, que ayudan también de algún modo a nuestra comprensión de Dios.
ResponderEliminarExcelente poema el que nos regala SAN; invitación a un silencio compartido, la mayor expresión de lo profundo e inefable.
ResponderEliminarAlberto.