
"La mayor tentación que nos asalta a los cristianos es que, en efecto, para la mayor parte de nosotros el Evangelio ha dejado de ser noticia. Y si no es noticia, no es Evangelio: pues el Evangelio es la proclamación de algo absolutamente nuevo, perennemente nuevo; no es un mensaje que fuera antaño nuevo pero que ahora tenga dos mil años. Y sin embargo, para muchos de nosotros, el Evangelio es precisamente el anuncio de algo que no es nuevo: las verdades del Evangelio son viejas, arraigadas, firmemente establecidas, inalterables y, en algún sentido, un refugio contra todo lo que es conturbador por ser nuevo... El mensaje del Evangelio cuando se proclamó por primera vez, era profundamente conturbador para quienes querían aferrarse a cánones religiosos bien establecidos, los modos antiguos y aceptados, los modos que no eran peligrosos ni contenían sorpresas.
El Evangelio se trasmite de generación en generación pero debe llegar a cada uno de nosotros completamente nuevo, o no llega en absoluto. Si es meramente "tradición" y no noticia, no se ha predicado ni oído: no es Evangelio.
Si no hay riesgo en la revelación, si no hay miedo en ella, si no hay desafío en ella, ni no es una palabra que crea enteros mundos nuevos, y nuevos seres; si no llama a existir a una nueva criatura, nuestro nuevo yo, entonces la religión está muerta y Dios está muerto".
Thomas Merton.
"Conjeturas de un espectador culpable"
Esta entrada tiene que ver con la que has puesto en el otro blog. Se trata de una lectura realmente viva y encarnada del texto bíblico, cosa que pocas veces se hace en la Iglesia. La tradición puede más y ahoga la novedad. Es increíble la visión larga de TM.
ResponderEliminarFabulosa reflexión. Cuando vamos al evangelio para refugiarnos, es cuando estamos perdidos en nuestra fe. Porque el evangelio siempre es riesgo, y al arriesgarnos encontramos un camino apasionante.La pasión estimula, nos arranca a una vida nueva y plena.Liberarnos por la revolución del amor.
ResponderEliminarOtra de Silvio:
Hoy de mi hacia ti, hoy de ti hacia mi
quiero hacerte un regalo mi niño grande.
Desempolvemos algo las pasiones lejanas
algo de aquellos sueños en ventanas.
Vivamos de corrido, sin hacer poesía,
aprendamos palabras de la vida.
Desnudémonos pues como viejos amantes
que lo mismo de siempre nos quede delante.
Desnudémonos pues como viejos amantes
que se apague la luz y que el sol se levante.
Te quiero salvar de tu desnudez
en pleno centro de la soledad.
Me quiero salvar haciendo revolución
desde tu cuerpo de cristal.
Hoy de ti hacia mi, hoy de mi hacia ti
vamos a hablar en voz muy baja.
Dime lo que te pasa, déjame levantarte,
déjame darte un beso y curarte.
Vivamos de corrido, sin hacer poesía,
aunque no esté de moda en estos días.
Aunque no esté de moda te pido una mano,
mis entrañas no entienden de estética y cambio.
Aunque no esté de moda repite conmigo:
quiero amor, quiero amor,
quiero amor compartido.
Te quiero salvar de tu desnudez
en pleno centro de la soledad.
Me quiero salvar haciendo revolución
desde tu cuerpo por amar.
Tomas Merton puede expresar con certeza que el Evangelio transforma a las personas porque fue un monje, como se ve en la foto: que oraba mucho, cuántos días y años en silencio contemplativo...muchos.
ResponderEliminarAquí Merton aclara que la tentación de hacernos indiferentes a la buena noticia que es el evangelio por aferrarnos a la tradición solamente, no nos lleva por buen camino, nos empantanamos. "Si es meramente "tradición" no es evangelio". La contemplación nos da lugar a descubrir el evangelio en nuestro corazón, también el servicio en el amor al prójimo, la oración y la caridad, lo de siempre, que es cada día nuevo...
Creo que Merton aprovechó su condición monástica para ser un contemplativo, pero no necesariamente una cosa de sigue de la otra. Muchos monjes no son contemplativos, aun viviendo toda su vida en un monasterio. La contemplación que propone Merton, entiendo yo, es asequible a todos, y supone desarrollar una capacidad espiritual, combinación de apertura interior y gracia. De ese modo el texto bíblico es como una llave maestra, o como una puerta, que al atravesarla nos permite acceder a una dimensión más real de la existencia. Una especie de "despertar".
ResponderEliminarAngelito.
Para mí es el peligro de la rutina, de hacer algo repetitivamente hasta que ya no significa nada. Eso pasa con la Escritura. Y también nuestra propia pasividad, aceptar que sea otro quien interprete siempre. Lo nuestro, aceptar. Por mucho tiempo se dijo que la Iglesia estaba formada por 2 grupos: los que enseñan y los que aprenden. Pero, espiritualmente hablando, todos somos maestros y todos discípulos.
ResponderEliminarPasé. Leí.
ResponderEliminarCuanto nos falta a los que nos decimos cristianos empaparnos de la Palabra, creernos que es Palabra viva, que nos habla HOY.
Me quedó pensando. Ni culpa de la tradición, ni de la rutina, ni de una pasividad impuesta... Supongo que habrá que entregarse a un encuentro más auténtico con el Señor.
Creo, querida Analía, que todos los factores que mencionas son importantes, incluido el tuyo. Se han ido mencionando por unos y otros, y cada uno aporta algo básico a la comprensión e internalización de la Palabra.
ResponderEliminarYo, preocupado siempre de la parte formativa, pienso que una lectura bíblica sin la adecuada formación y cultura acaba siempre en fundamentalismo, mientras que si falta el entusiasmo de la fe entonces es una lectura vacía espiritualmente, que se queda en la superficie. De ahí que cada factor sea necesario para que la Palabra de la Vida no deje nunca de ser "buena nueva".