
Después de mucho tiempo traigo un texto de K; es un texto que desafía nuestra fe, pero no hay que temer a los desafíos, sino escuchar y dejar que en el silencio del corazón Dios nos hable. Siempre he escuchado a K atentamente, porque creo es alguien que nos ayuda a purificar nuestra fe, estemos o no de acuerdo con lo que dice:
"Lo que importa en la meditación es la cualidad del corazón y de la mente; no es lo que consigue o lo que espera alcanzar, sino la cualidad de una mente que es inocente y vulnerable. Es a través de la negación como se llega al estado positivo. El limitarse meramente a acumular experiencias o a vivir en ellas, niega la pureza de la meditación. La meditación no es un medio para alcanzar un fin, es ambas cosas: el medio y el fin. La mente nunca puede ser inocente por medio de la experiencia; es la negación de la experiencia lo que da origen a ese estado positivo de inocencia que el pensamiento no puede cultivar, porque el pensamiento nunca es inocente. La meditación es el fin del pensamiento, no porque el meditador le ponga fin, sino porque el meditador es la meditación. Sin meditación, uno es como un ciego en un mundo de gran belleza, de inmensa luz y color".
"La meditación es la raíz, la planta, la flor y el fruto. Son las palabras las que dividen el fruto, la flor, la planta y la raíz. La acción que nace de esa separación no puede generar bondad, porque la virtud es la percepción del todo".
"El hombre que vino a vernos unas horas más tarde dijo que era instructor de artillería en la marina de guerra. Parecía muy serio, y llegó acompañado de su esposa y sus dos hijos. Después de saludarnos, explicó que deseaba encontrar a Dios. No se expresaba muy bien, probablemente era algo tímido, y aunque sus manos y su rostro denotaban capacidad de trabajo, había cierta dureza en su voz y en su aspecto, porque después de todo, era un instructor en las artes de matar. Dios parecía estar muy lejos de su actividad cotidiana y todo resultaba un tanto extraño; por un lado allí estaba aquel hombre que afirmaba ser sincero en su búsqueda de Dios pero, para ganarse la vida, se veía obligado a enseñar a otros diferentes métodos para matar. Dijo que era una persona religiosa y había seguido varias doctrinas de diferentes hombres que se consideraban santos; debido a que todos lo habían dejado insatisfecho, venía ahora de un largo viaje en tren y autobús para vernos, porque deseaba saber cómo alcanzar ese extraño mundo que hombres y santos han buscado. Su esposa y sus hijos permanecían muy callados, sentados sin moverse y con actitud respetuosa. Afuera, en una rama próxima a la ventana, una paloma de color castaño claro se arrullaba suavemente. El hombre no la miró en ningún momento y tanto los niños como la madre permanecieron tensos, nerviosos y con semblante serio. No se puede buscar a Dios; no hay ningún camino que conduzca a él. El hombre ha inventado muchos métodos, muchas religiones, muchas creencias, salvadores y maestros que, según cree, le ayudarán a encontrar una dicha que no sea pasajera. El infortunio de la búsqueda es que conduce a una fantasía, a una visión que la mente proyecta y mide basándose en lo que ya conoce. El comportamiento del ser humano, su forma de vivir, destruye el amor que busca. No es posible llevar un arma en una mano y a Dios en la otra. Dios ha perdido todo su significado, no es más que un símbolo o una palabra... La realidad no está al final de la corriente del pensamiento y, sin embargo, son las palabras del pensamiento las que llenan el corazón vacío". (K)