
"La vida contemplativa no es ni puede ser un mero apartamiento, una pura negación, el volver la espalda al mundo con sus sufrimientos, sus crisis, sus confusiones y sus errores. Ante todo, aun el intentarlo ya sería ilusorio. Nadie puede apartarse completamente de la compañía de sus semejantes: y la comunidad monástica, para bien o para mal, está profundamente implicada en las estructuras económicas, políticas y sociales del mundo contemporáneo. Olvidarlo o ignorarlo no absuelve al monje de su responsabilidad por la participación en los acontecimientos en que su mismo silencio y su mismo "no saber" pueden constituir una forma de complicidad. El mero hecho de "ignorar" lo que pasa puede convertirse en una decisión política. Con excesiva frecuencia ha ocurrido que ciertas comunidades contemplativas de Europa, cuyos miembros, uno por uno, estaban absorbidos en meditación sobre el otro mundo, dieran su apoyo oficial y público a movimientos totalitarios. En tales casos, cabe decir, en definitiva, que el monje en su liturgia, en su estudio o en su contemplación, está participando de hecho en las mismas cosas que se felicita por haber renunciado.
Esto no equivale a decir que el monje esté obligado a compromisos partidistas y que un contemplativo tenga que tomar esta o aquella línea política determinada. Por el contrario, el monje debería estar libre de las confusiones y las falsías de la disputa partidista. ¡La cosa que menos desearía yo en el mundo es un movimiento clerical o monástico en la política!
Pero entiendo que la vida contemplativa del cristiano no es una vida de abstracción, de apartamiento, para concentrarse solamente en esencias ideales, en absolutos, en la eternidad nada más. El cristianismo no puede rechazar la historia. No puede ser una negación del tiempo. El cristianismo está centrado en un acontecimiento histórico que ha cambiado el significado de la historia. La libertad del contemplativo cristiano no es libertad respecto al tiempo, sino libertad en el tiempo. Es la libertad para salir al encuentro de Dios en el misterio inescrutable de Su voluntad aquí y ahora, en este preciso momento en que pide la cooperación del hombre para dar forma al curso de la historia, conforme a las exigencias de la verdad divina, la misericordia y la fidelidad divinas".
Thomas Merton.
"Semillas de destrucción".
El cristiano, monje, laico, o religioso es seguidor de Cristo
ResponderEliminar"Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros"..para que nosotros a imagen y semajanza ,nos divinicemos,no convirtiendonos en ángeles, sino siendo más plenamente humanos. Tarea de toda una vida
Merton vivió toda su vida en la paradoja vida contemplativa- eremitica y compromiso social. Por ello le criticaron y critican los contemplativos "profesionales". Merton nos mostró con su vida y su obra que no puede desligarse la contemplación del compromiso con las causas de la humanidad. Aunque seas eremita. Merton fué el precusor de la renovación de la vida eremítica. Hoy muchos ermitaños y ermitañas, desde su ermita en el monte, en medio de las urbes, unen su voz, y su oración al resto de la humanidad. Gracias,Thomas Mertón, por mostrarnos que nuestro lugar es vivir como Jonás en el vientre de una paradoja. Como Cristo vivió la paradoja vertical-horizontal de la Cruz Gloriosa. Un saludo a tod@s l@s mertonian@s. ¡Feliz Pascua de Resurrección!
ResponderEliminarTan actual, TM, como siempre. El dilema entre apartamiento y compromiso es siempre actual, y desafía a los nuevos movimientos en la Iglesia. Lo secular y lo clerical también, ambiguedad de ambos términos. ¿Qué es ser cristiano? ¿Qué supone y exige? JEsús es el modelo en el cual debemos buscar siempre las respuestas, que tampoco se nos dan nunca del todo.
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