
"La verdadera libertad es la libertad de los hijos de Dios. Alcanzar esa libertad exige una disciplina de una vida entera, pues son muchas las cosas en nuestro mundo que militan contra ella. Los poderes políticos, económicos, sociales e incluso los religiosos, todos ellos quieren someternos para que obedezcamos sus mandamientos y dependamos de sus recompensas.
Más la verdad espiritual que conduce a la libertad es la verdad de que no pertenecemos al mundo sino a Dios, siendo como somos sus amados hijos. Viviendo una vida que vuelva sin cesar a esta verdad de palabra y de obra, avanzaremos poco a poco hacia nuestra auténtica libertad". (Henri NOUWEN).
Si leemos superficialmente este texto de Nouwen parecería que se opone, o pone en duda, las dos entradas anteriores; aquellas hablaban de compromiso con el mundo, esta de soltarnos del mundo para ser libres. En realidad son las dos caras de una misma moneda; la realidad paradójica de lo espiritual, donde el más y el menos son siempre relativos. La palabra "mundo" también tiene diversos modos de ser comprendida, y lo mismo pasa con "espiritual".
Durante estos días, evocando la Pasión de Jesús, tenemos oportunidad de reflexionar y orar en torno a nuestra libertad; las palabras de Nouwen pueden ayudarnos a clarificar nuestra propia verdad:
"Mantengamos nuestra confianza en el Espíritu de Dios que vive en nosotros, para poder vivir libremente en un mundo que nos pone de contínuo en manos de jueces y tasadores".
"Estar continuamente entre jueces y tasadores" dentro de la misericordia de Dios en la misericordia que es eterna y nos abarca a todos: es el Camino por el que vamos dando pasos hacia la auténtica libertad.
ResponderEliminarEs el modo de agrandar nuestros pequeños márgenes de libertad, por la confianza en el Espíritu.
Es cierto que vivimos en un mundo que está juzgando todo el tiempo. El encuentro con Jesús nos abre a la libertad. Él fue libre como nadie, e hizo de su libertad un camino para la plenitud y el servicio.
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