
"Hay un tiempo para unir
y otro para deshacer.
Aquel que entiende
esta sucesión de hechos
acepta cada nuevo estado
en su momento preciso
sin dolor ni regocijo.
Los antiguos dijeron: 'El ahorcado
no puede descolgarse solo.'
Pero a la larga la Naturaleza es más fuerte
que todas sus cuerdas y ataduras.
Siempre fue así.
¿Qué razón hay
para descorazonarse?"
y otro para deshacer.
Aquel que entiende
esta sucesión de hechos
acepta cada nuevo estado
en su momento preciso
sin dolor ni regocijo.
Los antiguos dijeron: 'El ahorcado
no puede descolgarse solo.'
Pero a la larga la Naturaleza es más fuerte
que todas sus cuerdas y ataduras.
Siempre fue así.
¿Qué razón hay
para descorazonarse?"
Thomas Merton.
Me he puesto a pensar en la palabra aceptar, o mejor dicho, en qué es lo que aceptamos o a quién y por qué (en la vida) aceptamos así, sin más explicaciones ni condicionamientos. Y también me respondo con una sola palabra: Dios.
ResponderEliminarAceptar la propuesta de absoluta felicidad de Dios a nosotros. Y a partir de ahí todo lo demás. Porque para ser feliz, para sentirnos amados, unas veces hay que unir y otras desunir. Hay ocasiones en las que hay que conservar y otras en las que hay que romper.
En resumen, aceptar el Amor con el corazón y los brazos abiertos. Creer y consentir. Lo demás todo es complemento.
"Esta noche tu amor me penetra
como llanto de lluvia en negrura,
o, más bien, ese ritmo sin letra
que de un verso olvidado perdura;
y me torna profundo y sencillo
como el oro del sol tamizado
que renueva, en hipnótico brillo,
el barniz de algún cuadro apagado."
(Jaime Torres)
Aceptar también que hay razón para la esperanza. Además de lo que comenta SAN.
ResponderEliminarEs siempre un error negarse a aceptar lo que somos y queremos. Porque eso nos pasa una factura que habremos de estar pagando toda la vida.
ResponderEliminarPrimera aceptación: la del yo.
Buscando se encuentra. Y en este caso quería encontrar la procedencia de este fragmento. Me sonaba a filosofía oriental… pensamiento asiático… sabiduría china… taoísmo…y ¡Eureka! : el maestro Chuang Tzu. Y la versión mertoniana de la Metamorfosis, en su libro “El camino de Chuang Tzu”. No tiene desperdicio la nota que Merton hace al lector (pág. 7, en la edición de Lumen).
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