
Una de las celebraciones litúrgicas anuales de más arraigo popular en los países de tradición católica es sin lugar a dudas el Corpus Christi , o la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Jesucristo. Es una fiesta introducida en la Iglesia en un momento particular y bajo condiciones muy concretas, que estimuló la devoción a la Sagrada Forma Eucarística, más allá del momento propiamente celebrativo de la Eucaristía. Durante muchos años gozó de prestigio, y luego del Concilio Vaticano II y las reformas que desde él se propusieron algunos elementos concretos de la festividad perdieron fuerza, lo mismo que la devoción concreta de la Adoración ante el Sagrario, salvo en pequeños ambientes y grupos. Esto sucedió, no por desprecio, sino simplemente porque cambió el modo de mirar y concebir el culto cristiano, porque se centró el interés en el compromiso del discípulo con la realidad y los pobres, y por otras razones, de mayor o menor peso y seriedad.
Una devoción puede ayudar en un momento determinado de la historia de la Iglesia, y luego menguar o desaparecer, al cambiar la sensibilidad o la comprensión del mensaje cristiano; una devoción es siempre relativa frente al absoluto de Dios, y relativa también frente a la vida litúrgica de la Iglesia, centrada en la Eucaristía, celebrada y compartida. Ahora se habla desde Roma de revitalizar esta devoción, recuperar el esplendor de la celebración de la fiesta del Corpus, convocar de nuevo a los fieles a la Adoración ante el Santísimo.
Personalmente me siento tocado por la plenitud del Misterio Eucarístico: una Presencia que convoca, que une, que alimenta, que impulsa. Los cristianos, así aparece ya en el libro de los Hechos de los Apóstoles, se reunían el domingo para escucha la Palabra y partir el Pan. En medio de incontables cambios y transformaciones y durante siglos la Iglesia de Jesús no ha dejado de celebrar la Eucaristía, de apreciar el dón del Pan Vivo. Veo que en mi vida como cristiano, como consagrado y como sacerdote Iglesia y Eucaristía van de la mano, y son centrales. También valoro el hecho de que en los templos católicos de Occidente haya siempre un lugar especial para conservar y venerar el Pan Eucarístico, En la historia de la Iglesia la devoción al Santísimo apareció cuando la mayoría de los fieles se alejo de la comunión; no se sentían dignos a causa de sus pecados, y en lugar de acercarse a la mesa del perdón, se arrodillaron ante el Omnipotente que castiga. No digo que hoy suceda exactamente lo mismo, pero sí que no podemos mirar simplemente al pasado para recuperar una devoción, sino redescubrir el Misterio de una Presencia, que quiere ser fiesta del encuentro, acción de gracias ante Jesús, Señor y Maestro.
Comparto esta Oración Eucaristica Ciclo B de la Liturgia Latinoamericana(creo).
ResponderEliminarConfesamos, Señor,
que andamos preocupados por el alimento perecedero;
nos preocupa el sustento diario.
nos preocupa la fatiga y el hambre (del tercer Mundo) de nuestro Pueblo.
Nos preocupa el alimento que no llega para todos
y el alimento que sobra , pero no se reparte.
Jesús multiplicó el pan para los pobres
e hizo repartirlo entre todos los que había.
Si unos pasan hambre mientras otros se hartan ,
eso no es comer la cena del Señor.
Ayúdanos, Dios nuestro, con tu Espíritu
para que el amor de Jesús viva en nosotros y nosotros en Él.
Danos desprendimiento y fuerza para de compartir;
que seamos unos para otros Pan que alimenta y alegra,
para que al celebrar la Eucaristía
no sea nuestro egoísmo desprecio de los otros.,
ni avergonzemos a los que no tienen.
Padre del Cielo, danos a todos el Pan de la Vida
y el alimento de cada día.
haz que nuestra Iglesia se renueve a la luz del Evangelio
y que comparta con los pobres todo su ser.
Consolida en la Unidad al Papa
y a todos los Obispos de la iglesia.
Acuerdate, Padre, de nuestros hermanos
que murieron en la paz de Cristo;
y llévalos a la plenitud de la vida en la resurrección.
En comunión con la Virgen y los santos,
te invocamos Padre, y te glorificamos.
es nuestro deseo celebrar constantemente la acción de gracias a tu bondad,
en nombre de Nuestro Señor Jesucristo
y en la unidad del Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos.
Amén."
Cuando leí la que compartía San en el otro post, me animé.Es clara ,linda y dice mucho de la Eucaristía.
Me gusta tu reflexión, Manuel. Haces una hermosa aproximación intimista al tema Eucarístico y una buena exposición de la tradición piadosa del Corpus.
ResponderEliminarCreo que en la adoración al Santísimo, como en todos los ritos, liturgias y devociones piadosas, influye la imagen que tenemos de Dios. Para mí es Padre, Amor, Amigo, por eso prefiero abrazarlo, de pie y a corazón abierto, en lugar de ponerme de rodillas con la vista fija en el suelo. Y alabarlo y celebrarlo (en la misa y en la vida) amando, compartiendo y sirviendo, con todas las limitaciones que como ser humano tengo.
Es preciosa la imagen que nos da Juan de la Cruz:
"Porque aún llega a tanto la ternura y verdad de amor con que el inmenso Padre regala y engrandece a esta humilde y amorosa alma, que se sujeta a ella verdaderamente para la engrandecer, como si Él fuese su siervo y ella fuese su señor, y está tan solícito en la regalar, como si Él fuese esclavo y ella fuese su Dios. ¡Tan profunda es la humildad y dulzura de Dios!” .
Es un detalle importante el hecho de que en la Iglesia católica oriental no haya sagrarios, es decir, no se venera la foma consagrada con solemnidad, sino que simplemente se guarda para casos de personas enfermas a las que se lleva la comunión. Por supuesto, tampoco hay exposición del Santísimo; lo esencial es la celebración eucarística, en la que la Presencia de Cristo adquiere la mayor solemnidad. Esto nos dice que la fiesta de hoy debe verse siempre con relatividad, que no es algo de las esencias, sino un aspecto cultural religioso, devocional, pero en buena medida prescindible a la hora de valorar que es lo esencialmente católico y que no. El amor a la eucaristía, SI; las procesiones, lujos, excesos barrocos, NO.
ResponderEliminarComparto el siguiente texto de T.M. que puede iluminar para ir integrando todos los aspectos de la eucaristía en nuestras vidas:
ResponderEliminar"Nuestra respuesta al amor de Cristo por nosotros en la Santa Eucaristía es vivir una vida eucarística plena y bien integrada. En una vida así, la comunión, la adoración, la caridad fraterna y la participación activa en la liturgia no han de verse como "prácticas" separadas y sin relación unas con otras. Deberán reunirse en un foco supremo sobre el misterio central de nuestra fe: nuestra participación en la muerte y resurrección de Jesucristo". De "El pan vivo", Tomas Merton
Si la Adoración al Santísimo Sacramento no la separamos de la comunión y el servicio, llega a ser una fuente de luz y ánimo siempre renovado en el corazón de la Iglesia.
El peligro de sustentar demasiado la fe en tradiciones y devociones heredadas es que terminaría, entre las personas cultivadas, en la indiferencia y, entre las sencillas, en la superstición. A esa necesidad se refería ya en los años sesenta del siglo pasado K.Rahner cuando advertía: “el hombre piadoso”, “el hombre religioso”, “ el cristiano de mañana será místico o no será cristiano”. Una mística de la cotidianidad, de ojos abiertos.
ResponderEliminarRoberto
La fiesta del Corpus, establecida por el papa Urbano IV, en 1264, por inspiración de una religiosa visionaria, Juliana de Lieja, se consideró, en el s. XIII, como la máxima exaltación de la eucaristía. Pero en realidad fue el último eslabón de una cadena de hechos que terminaron deformando el significado fundamental de la eucaristía en la Iglesia.
ResponderEliminarPablo