
El Concilio Vaticano II fue un intento por parte de la Iglesia, o al menos por una buena parte de ella, por acercarse al mundo moderno sin prejuicios. Hoy es evidente que hay un fuerte movimiento de rechazo y revisión de aquel momento que vivió la Iglesia en el pasado siglo XX. Aquí nos quedamos con el intento, loable, necesario, fundamental para entender la realidad que Merton describe a la hora de valorar la situación vocacional de su tiempo, válida también para pensar en el nuestro. Creo que Iglesia y Mundo aparecen confrontados siempre, y que han de aprender siempre uno del otro. Merton dice: estamos en el mundo, también nosotros somos modernos; invita a descubrir de qué manera podemos aprovechar nosotros las nuevas ideas para renovar la vida religiosa. Creo que hay elementos tradicionales que responden a una comprensión del ser humano muy diversa a la que hoy tenemos, y creo que la modernidad trae importantes signos de crecimiento y maduración del ser humano que no pueden desconocerse a nivel eclesial. No obstante, Merton apunta luego que "debemos conservar nuestro desapego y nuestro sentido de la proporción. Al abrir nuestra mente al pensamiento moderno debemos tener en cuenta sus limitaciones y sus propios riesgos. Sobre todo, debemos tener conciencia de sus complejidades, sus variaciones, sus confusiones, ya que el pensamiento moderno no es una unidad armoniosa. El hombre moderno no está de acuerdo consigo mismo. Carece de voz orientadora, tiene miles de voces, miles de ideologías que compiten por atraer su atención mediante una Babel de lenguajes. Nuestra responsabilidad para con el hombre moderno va mucho más allá de simplemente jugar juegos con él, aprender parte de su jerga para decirle lo que imaginamos que debe oír. Nuestra responsabilidad para con él empieza por nosotros mismos"
Es decir, no se trata de que asumamos la realidad pasivamente, sin sentido crítico, ni que tampoco condenemos y rechazamos todo lo nuevo, descalificando o demonizando. No. La espiritualidad, y en este caso la cristiana, tiene un lugar necesario e importante en el mundo. Jesús le llama "levadura" y le llama "luz". Debemos ayudar a que el ser humano encuentre su verdad, la que da sentido a la existencia. Pero para hacerlo, dice Merton: "Debemos reconocer que sus problemas también son los nuestros y dejar de imaginar que vivimos en un mundo totalmente diferente (aquí se refiere exactamente a la vida monástica, o a la vida consagrada). Debemos reconocer que nuestros problemas comunes no pueden ser resueltos con meras respuestas lógicas y menos aún con pronunciamientos oficiales". (Con cuanta frecuencia lo hacemos).
Así, Merton resume lo anterior de este modo: " Al tomar en serio el temperamento moderno, no debemos aceptar todos sus mitos e ilusiones sin cuestionarlos o terminaremos repitiendo consignas sin significado, sustituyendo con sociología, psicoanálisis, existencialismo y marxismo, el mensaje del Evangelio. Debemos utilizar los descubrimientos del pensamiento moderno sin engañarnos a nosotros mismos".
En definitiva lo esencial es Cristo y su Palabra. No importa tanto en que tiempo conjuguemos nuestras ideas, como el modo de hacerlo. Deberíamos apostar por conjugar amando, y sintiéndonos amados. Creo que con eso todo cambiaría: la memoria del pasado, la realidad del presente y la perspectiva del futuro.
ResponderEliminarAmar la gracia delicada
del cisne azul y de la rosa rosa;
amar la luz del alba
y la de las estrellas que se abren
y la de las sonrisas que se alargan....
Amar la plenitud del árbol,
amar la música del agua
y la dulzura de la fruta
y la dulzura de las almas
dulces..., amar lo amable, no es amor:
Amor es ponerse de almohada
para el cansancio de cada día;
es ponerse de sol vivo en el ansia
de la semilla ciega que perdió
el rumbo de la luz, aprisionada
por su tierra, vencida por su misma
tierra... Amor es desenredar marañas
de caminos en la tiniebla:
¡Amor es ser camino y ser escala!
Amor es este amar lo que nos duele,
lo que nos sangra
por dentro.
Es entrarse en la entraña
de la noche y adivinarle
la estrella en germen... ¡La esperanza
de la estrella!... Amor es amar
desde la raíz negra.
Amor es perdonar; y lo que es más que perdonar, es comprender...
Amor es apretarse a la cruz, y clavarse
a la cruz,
y morir y resucitar.
¡Amor es resucitar!
Dulce María Loynaz, “Amor es…”
Gracias por el blog, y que Cristo hecho Pan de Vida, Sacramento y Presencia, siga animando la fe y la entrega de todos los que pasamos por acá.
ResponderEliminarTodos los tiempos humanos tienen luces y sombras. En la era postmoderna las hay y afectan al hombre y a su experiencia espiritual. La iglesia de ahora está constituida por hombres de ahora y su diálogo tiene que entablarse con estos hombres y este tiempo. Las verdades y tradiciones inmutables son muy pocas, las interpretaciones y los cánones que se han sumado con nombres y fechas todo lo demás.
ResponderEliminarEl cristianismo siempre será insustituible, pero sí que puede ser compatible con muchos ideales y pensamientos.
ResponderEliminarCarlos