miércoles, 10 de junio de 2009

Vocación y mundo moderno.


El "problema vocacional"preocupa hoy de modo particular a la Iglesia Católica europea, y en en especial a la vida religiosa; pero esta situaciónal no es tan nueva como pareciera, ni encuentra siempre una lectura acertada que permita entender las verdaderas causas de la situación. Ya Thomas Merton en su libro "Acción y contemplación", publicado después de su muerte, 1971, (Contemplatión in a World of Acción) trata el tema desde diferentes angulos y con la originalidad habitual de sus análisis.

El primer capítulo se titula: "La vocación y el pensamiento moderno". Así comienza:



"¿Hasta que punto los problemas vocacionales de novicios y monjes son el resultado de un conflicto entre el pensamiento moderno y las ideas monásticas tradicionales? ¿Hasta que punto este conflicto inevitable es algo que podemos comprender y resolver? Obviamente, nuestros novicios son hombres (o al menos "chicos") de nuestro tiempo. Este es un hecho irreversible, ¿debemos considerarlo una desgracia? Seríamos muy estúpidos si lo hiciéramos. ¿Es el pensamiento moderno un mal irreparable? ¿Debemos suponer que la única manera de que un postulante pueda adaptarse a nuestra vida es sometiéndose a un proceso de desinfección total e implacable, a fin de limpiarse de todas las ideas del siglo XX? Esto sería un insulto, a la vez presuntuoso y absurdo. Significaría la extinción de la vida monástica. Al contrario, debemos tratar de comprender de qué manera las ideas modernas pueden ser algo importante y aceptable, incluso útil, para afrontar nuestros problemas monásticos".


En este primer párrafo está esbozado el esquema de todo el capítulo, y desde él yo podría desarrollar una amplia reflexión acerca de ciertos aspectos de la vida religiosa, y la vida eclesial en general, en la actualidad. Merton, que fue durante muchos años maestro de estudiantes y de novicios, siempre agradeció la cercanía de los más jóvenes para entender lo que pasaba en el mundo, y disfrutó muchísimo acompañándoles y ayudándoles en el camino espiritual.

Necesitamos reflexionar en estos problemas de los que habla Merton en ese párrafo, porque hoy siguen siendo nuestros problemas en la vida consagrada.

Seguiremos con el tema.

3 comentarios:

  1. Muy interesante el fragmento que recoges, Manuel. El tema de la vocación es uno más en el que los esquemas eclesiales del pasado deberían transformarse. Y Merton, hace décadas, ya era consciente de ello.
    Hace poco leí este artículo sobre las vocaciones en Atrio. Creo que también es interesante y aporta una visión renovadora. Dejo algunos fragmentos:
    (…)”De modo que yo no “recé” por las vocaciones. Y no sólo porque pienso que, por muy humano que sea pedir, no necesitamos pedir nada a Dios -El se da enteramente, El es puro don, y orar es recibirlo y ofrecerlo a los demás-, sino también porque considero que la Iglesia no necesita “vocaciones” en el sentido habitual del término.
    El lema de la jornada de este año podía entenderse de otra forma: “La vocación al servicio de la Iglesia comunión”. Pero no, seguía significando lo mismo de siempre, y Benedicto XVI se encargó de dejarlo muy claro en su homilía: “Todos los bautizados están llamados a contribuir en la obra de la salvación. Ahora bien, en la Iglesia hay algunas vocaciones especialmente dedicadas al servicio de la comunión. El primer responsable de la comunión católica es el Papa, sucesor de Pedro y obispo de Roma; con él son también custodios y maestros de unidad los obispos, sucesores de los apóstoles, ayudados por los presbíteros. Pero también están al servicio de la comunión las personas consagradas y todos los fieles“. “Todos los fieles” también, por supuesto, pero al final y en montón. Los que no tienen vocación especial que reseñar son simplemente “fieles”, o “laicos”, y son los de abajo, son los últimos. O son ovejas. Y conviene que sean muchas, para que así clérigos y religiosos sigan teniendo una tarea “sagrada”, un “estado” especial, un rango superior. Para que los sacerdotes sean pastores del rebaño y los religiosos, “consagrados a Dios” por sus votos, sean sus modelos.
    De modo que, si hubiera que pedir, pediría que no hubiese tales vocaciones que dividen la Iglesia en tres, que separan a Dios del mundo y segregan a los clérigos de la masa de los “laicos” y a los religiosos del montón de los “seculares”.
    Pienso que a Jesús no le gustaría hoy pedir a Dios vocaciones de pastor. ¿Pero acaso no habló Jesús de ovejas y pastores? Sí, pero por eso mismo tantas veces corrigió la imagen, diciendo que sólo es buen pastor el que da la vida, no el que la quita, y diciendo también: “No llaméis a nadie padre (¡cuánto menos “papa”!), no llaméis a nadie señor (ni “monseñor”), no llaméis a nadie maestro. Todos vosotros sois hermanos” (Mt 23). No sois ovejas, no necesitáis pastores. Sólo Dios es pastor, pero muy diferente de los pastores.
    Pienso, pues, que la iglesia católica romana debiera superar de una vez el concepto clerical o gregario-pastoril de iglesia y de vocación. Pienso que las Congregaciones Religiosas debieran dejar de gastar tantas energías en buscar y atraer “vocaciones” para sobrevivir, sino a algo más estimulante: a dar aliento y consuelo a las gentes allí donde están y como son, a ayudarles a vivir lo que viven y hacen como vocación santa de Dios.
    Ciertamente, no me reconozco en la definición que la teología y el Derecho Canónico siguen ofreciendo del “sacerdocio” y de la “vida religiosa” y de sus “votos”. Quiero asumir en paz todas mis contradicciones y seguir caminando libre, y estar abierto.
    Y donde digo “Dios”, ponga cada uno el nombre que quiera, o no ponga ninguno. Más allá de todos los nombres, Dios lo llena todo, y todo lo ensancha. Dios es intimidad y anchura. Quiero respirar a Dios e infundir algo de su aliento. Y me alegra pensar e incluso sentir de alguna forma que ésa es la vocación de todos los seres humanos con religión o sin ella, en una iglesia u otra. Todos los seres son hermosas palabras que Dios pronuncia. “Dios dijo y existieron”. Y a todas las atrae con su secreta vocación. Son sacramento de Dios cada una en su forma.
    Amiga, amigo: vive como vocación divina.
    José Arregui (sacerdote franciscano, profesor de teología). Artículo publicado en Atrio.

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  2. A estas alturas aún hay muchos que no se dan cuenta de que la preocupación de reflexionar sobre la fe, a partir de presupuestos culturales nuevos, al contrario de lo que prejuzgan, renueva la posibilidad de adhesión espiritual para una multitud inmensa de seres humanos que no consigue ya acoger el mensaje del reino de Dios si viene de una Iglesia autoritaria y cerrada en su dogmatismo. Pablo

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  3. Un sistema institucional, incluido el eclesial, que no dialogue con la cultura del está abocado al fracaso. La fe y la espiritualidad no son apartes de la humanidad, son y están en ella. Sería necesaria menos ortodoxia y más orto praxis. La teología no es otra cosa que interpretación, urge que se ponga al día, dialogando con la sociedad y con el hombre de hoy.
    Roberto

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