
"La profunda revelación en la conciencia religiosa del hombre contemporáneo se relaciona con la revolución en su sentido del espacio. Eso lo describe, de modo ingenuo pero exacto, J.A. T. Robinson al decir en Honest to God ("Con franqueza ante Dios") que el hombre moderno ya no se las puede arreglar con una noción de Dios "ahí afuera", una noción de trascendencia que presupone de hecho que el cielo sea una cúpula sobre la tierra y que Dios esté entronizado encima de ella.
El concepto de "espacio sagrado", que en realidad ha formado la conciencia religiosa del Occidente cristiano, tiene íntima relación con la arquitectura sagrada. El templo egipcio, griego o romano, era simplemente una casa en que estaba situada la estatua del Dios: quizás una cueva. Uno "entraba" en el santuario, pequeño y oscuro, donde estaba presente el dios.
Pero la arquitectura sacra cristiana aprovechó el aula cupular o la vasta basílica, y la fantástica explotación del espacio y luz de la catedral gótica la convirtió en una representación simbólica del mundo entero. La catedral es un "mundo"creado por muros en que se representa toda especie de seres, por ventanas por las que entra la luz del cielo vertiéndose sobre el pueblo de Dios, por un santuario espiritual y oculto en que se representan los sagrados Misterios. Ahí están presentes las concepciones de trascendencia e inmanencia. Recuérdese que la arquitectura gótica en Francia se desarrolló bajo el influjo de la teología del Pseudo -Dionisio, una teología de la oscuridad apofática (el Dios que es conocido al "desconocer") y la trasmisión jerárquica de la luz desde Dios, a través de los ángeles y la Iglesia.
Es una visión teológica muy sofisticada y profunda que, desde luego, hemos perdido.
Hoy en día ya no es posible ajustar ese tipo de iglesia al "espacio" de nuestras ciudades y de nuestro mundo.
La revolución de nuestra conciencia religiosa exige una franca comprensión del hecho de que tenemos un concepto de espacio y cosmos totalmente diferente. En ese nuevo concepto, no hay contención. Han desaparecido todos los límites y fronteras, o si exísten, son infinitamente flexibles. No hay "ámbito" en que pueda contenerse una luz inteligible. No hay localización espacial en que se encuentran lo infinito y lo finito. Lo que captamos es un redescubrimiento de la inmanencia, pero no sirve al inmanentismo de las religiones asiáticas, estático y fijado en éxtasis.
Nuestra tarea más importante es darnos cuenta del hecho de que nuestra nueva conciencia del espacio ya no admite la tradicional imaginería religiosa con que nos representamos nuestro encuentro con Dios. Al mismo tiempo, también hemos de reconocer que esa imaginería tradicional nunca fue esencial para el cristianismo. Debemos recuperar la conciencia neotestamentaria de que nuestro Dios no necesita templo (Hechos 7, 47-53) ni aun catedral. El Nuevo Testamento, en efecto, enseña que Dios tiene un solo templo indestructible, que es el hombre mismo (1 Cor 3, 17). Comprender que Dios está presente en el mundo en el hombre no es ninguna idea nueva ni radical, de hecho. Por el contrario, es una de las enseñanzas más elementales del Nuevo Testamento".
Thomas Merton.
"Conjeturas de un espectador culpable", 277-278
En el estudio del arte, el tema de la simbología en la arquitectura religiosa (también en la escultura y pintura) es apasionante. Me encanta ver lo bien documentado que está Merton en este aspecto.
ResponderEliminarA lo largo de los diferentes períodos históricos se han levantado edificaciones en las que la función simbólica tiene tal trascendencia que, fuera de ella, esa edificación carece de sentido. Diríamos que más que arquitectura es monumento. No sólo es aplicable para la edificación religiosa, también lo es para la política y, en época moderna, para la simbología económica.
El significado, el mensaje, se manifesta a través del espacio, de los volúmenes y de formas abstractas propias del lenguaje arquitectónico. Y dentro del espacio religioso hay un elemento también muy importante: la luz.
En la edad antigua el espacio respondía a las diferentes concepciones cosmogónicas, en combinación, a veces, con formas de estado y ejercicio del poder. En la arquitectura cristiana, los símbolos pueden encontrarse también en las plantas utilizadas para sus construcciones: así, las plantas medievales en forma de cruz son una alusión explícita a la Pasión de Cristo, mientras que las plantas circulares, propias del Renacimiento, son una referencia a la perfección e infinitud el Universo. Es en el barroco, cuando la edificación religiosa alcanza su punto más alto en valor simbólico y propagandístico.
Disculpas a los que no les interese el arte. Me he dejado llevar por mi afición, y me he extendido.
En el texto que propones, Manuel, me parecen iluminadoras y extraordinarias, por ser ideas básicas de nuestra fe, frases como: “Debemos recuperar la conciencia de que nuestro Dios no necesita templo ni aun catedral” . “Dios tiene un solo templo indestructible, que es el hombre mismo”.
Opino lo mismo. Es muy importante el último fragmento del texto. Y más aun que lo asimilemos cada uno en nuestro entorno y contexto.
ResponderEliminarCarlos
Son tiempos de adoradores " en Espíritu y en Verdad". Podemos correr el peligro de acercarnos a los hermosos edificios monásticos de la Edad Media, reflejo de la concepción feudal de la época y quedar "petrificados", apegados a la piedra, sin llegar al Espíritu que las anima. Hoy muchos de esos edificios no pueden ser mantenidos, limpiados por comunidades avejentadas.Y no es de recibo cargar el mochuelo a las nuevas generaciones Se están vendiendo y convirtiendo en hoteles, residencias o lugares de encuentro, que bien pudiera ser ecuménico. El siglo XXI demanda nuevos odres acordes a esta época. Espacios transparentes que acojan ligeros de equipaje y descalzos ante la Presencia, a los orantes de este siglo Merton conforme iba profundizando en su vocación de Soledad y Silencio, fue buscando un espacio adecuado, pequeño, silencioso, sencillo. El peso de la historia que impregna muchos edificios y monasterios no debe interferir en la experiencia de unión con Dios siempre Nuevo.Saludos
ResponderEliminarDavid
Es importante tener una visión más amplia y honda de lo religioso, y no quedarnos en lo sociológico, o lo tradicional-popular. Esta entrada me permite ir un poco más allá de mi visión espiritual, y comprender que hay que saber leer también en las piedras y los muros de nuestros templos.
ResponderEliminarHeriberto.
Las construcciones monásticas son de la Edad Media, y responde a una concepción religiosa y espiritual trasnochada y clasista, reflejo de su época Feudal. De divisiones entre monjes los intelectuales y hermanos los que trabajaban con las manos. Tambien en los monasterios femeninos. ¿ Quien cogía la escoba y barría las venerables piedras: ¿ el abad, la abadesa? La Iglesia de Jesucristo es anterior a la Edad Media. Y recorría itinerante los caminos del Reino. El Evangelio no es una clase de estática ni historia del arte. Adorar en espíritu y verdad es palabra evangélica. Un saludo
ResponderEliminarJavier
No veo por qué tenemos que verlo todo desde una optica ideológica; cierto que las sociedades que nos precedieron, y también la nuestra, están marcadas por muchas injusticias, y la Iglesia, que no está formada por extraterrestres, participa de ellas; pero hay otro nivel, el de los místicos, que nos permite acceder a los tesoros espirituales desde otra comprensión y valoración de los hechos. No podemos desechar un saber sólo porque viene e una época ya pasada o porque entonces la sociedad era injusta. ¿Hoy no lo es también? Lo importante es buscar la sabiduría, y construir desde una nueva mentalidad y el pequeño espacio de cada uno un mundo mejor.
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