Estoy seguro que en mi relación espiritual con Thomas Merton habrá un antes y un después, en relación con este año que ha transcurrido y en el que me he dedicado a preparar mi tesina de Licenciatura en Teología, y a lo largo del cual he trabajado intensamente, académicamente, la obra de TM. Luego de escuchar a los profesores del tribunal que la evaluó, nuevos temas aparecen como desafíos, interrogantes, y alimentan ya mi reflexión, mi lectura, mi camino interior; persisten muchos prejuicios eclesiales respecto a Merton, y yo era consciente de ello cuando le elegí para mi trabajo de licenciatura, y estoy seguro de que al escuchar mi presentación el tribunal participaba de esa sospecha respecto a la persona de Merton y su obra. Soy una persona muy inconforme a la hora de valorar mi propio trabajo, y de hecho ya veo muchas limitaciones en lo que hice, por lo que espero seguir trabajando el texto y añadir nuevas ideas, que clarifiquen y profundicen el tema de la santidad en la vida y la obra del monje contemplativo trapense.
Creo que TM tiene mucho que aportar a la reflexión que, en torno a la Iglesia y al Mundo en que está ejerce su misión, tiene lugar en la actualidad. Merton no era un teólogo profesional, de gabinete, sino un hombre espiritual, que buscaba respuestas para sí mismo, y cuyas búsquedas pueden resultarnos hoy iluminadores a la hora de encontrar respuestas para nosotros mismos. Sus opiniones, por humanas, son falibles; pero a la vez son honestas, porque, consciente de sus propios límites, consiguió ver que sólo una confianza plena en el Dios Amor de Jesús puede conducirnos a una vida plena.
Es en esta intuición suya, y en su notable aprecio por lo humano, donde conecto con TM y su obra; ahí está también centrada mi búsqueda, y por ahí transcurre mi camino. Su aporte a mi vida espiritual ha sido fundamental, y creo que la Iglesia hoy necesita escuchar más sus reflexiones, sus intuiciones, para salir de ciertos atajos que no llevan a ningún sitio. Y para insistir en algunas certezas que parecen hoy otra vez difundirse en la niebla.
Hola, buscador de Dios.
ResponderEliminarCreo que por la misma razón que conecté con el padre Merton, también conecto con usted. Me gusta cómo escribe y cómo reflexiona.
Me gustaría que reflexionara y nos compartiera sobre lo que, de acuerdo a usted, "la Iglesia hoy necesita escuchar más sus (de TM) reflexiones". Y también que nos compartiera cuáles son esos "ciertos atajos que no llevan a ningún lado" a la Iglesia.
Gracias y que Dios lo bendiga abundantemente.
Un abrazo desde El Salvador.
Selín
El Espíritu Santo no habla únicamente a través de la Jerarquía eclesial, sino que sopla cuando y donde quiere, y habla de muchas maneras. TM es, como muchos otros, una voz profética para la Iglesia y el Mundo. Es la voz de un hombre que ha tenido una experiencia profunda de encuentro con Dios, un maestro, un hombre libre; por eso es importante escucharle, y no quedarse en la letra o en las formas, sino ir a la esencia, al espíritu, a la verdad contenida en el corazón humano. Los atajos son los pretextos, las costumbres, los acomodamientos, las falsas seguridades. Vivir es arriesgarse, es buscar siempre, es no tener miedo. Ya comentaré más sobre esto en próximas entradas.
ResponderEliminar