He dicho siempre que el legado espiritual y humanista de Thomas Merton puede constituir un aporte importante al devenir histórico salvifico de los cubanos; el hecho de que su historia personal estuviera, de diversas maneras, vinculada a esta tierra y a su gente, es un factor que puede servir de estimulo para el acercamiento de su figura a nuestra realidad concreta, a nuestra Iglesia y, en general, a la cultura, la poesía y la política que se hace en la isla. Hace tiempo, en una de mis visitas al santuario de El Cobre, donde se venera la venerada imagen de la Virgen de la Caridad, Patrona de Cuba, me pregunté y pregunté la razón por la que allí no hubiera ninguna referencia al paso de Merton, figura reconocida internacionalmente, por ese lugar.
Ahora he sabido que un próximo numero del tabloide “La Jiribilla” estará dedicado al monje trapense norteamericano, y me ha parecido una idea excelente, pues contribuirá en darle a conocer entre nuestra gente, mas allá del pequeño circulo de intelectuales entre los que suele ser popular. Fui invitado además a escribir algo en ese numero, aunque lamentablemente esa invitación llego tarde a mis manos y ya no creo tenga tiempo para hacerlo, pero por lo que puede saber la preparación del dossier esta en buenas manos.
Merton era monje y sacerdote católico, pero antes y sobre todo fue un excelente ser humano, un sabio, con esa sabiduría particular y diferente que resulta de la combinación entre inteligencia, compasión y carisma. Supo mirar muy dentro de si, pero también mirar fuera, a su alrededor, y ver la puerta del Cielo en todas partes. Su legado, humanista, monástico, espiritual, es también político, cultural, literario y ecuménico.
El próximo día 31 de enero se cumplen 95 años de su nacimiento, y en 5 años mas serán cien, buena oportunidad para difundir su mensaje, compartir su testimonio vital, y reconocerlo como uno de esos maestros invisibles que acompañan y animan nuestro camino de fe. El propósito de este blog sigue siendo el mismo, darle a conocer, y ya entramos en nuestro cuarto año de existencia; aprovecho para agradecer a todos los que me leen, amigas y amigos, y cuyos comentarios, mensajes y sugerencias, estimulan este proyecto.
“Nuestras vidas, como velas, expresan
Este símbolo sencillo:
Llora como nuestra vida corporal,
Dulce obra de abejas,
Endulza el mundo, con tu lento sacrificio.
Y esta será nuestra alabanza:
Que por nuestra feliz ofrenda,
La voluntad de nuestro Padre
Nos encendió y consumió como una parábola”. (TM)
Me alegro en tu alegría por la posibilidad de difundir a Merton a través de la revista que citas, Manuel. Es una lástima que te haya llegado tarde la invitación a participar, realizarías una muy buena contribución al dossier.
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