“La meditación sin una formula establecida, sin causa ni razón, sin una finalidad, sin un propósito, es un fenómeno increíble. No es solo una gran explosión que purifica, sino que también es muerte, muerte que no tiene un mañana. Su pureza es devastadora; no deja un solo rincón secreto donde el pensamiento pueda esconderse entre sus propias sombras. Su pureza es vulnerable; no es una virtud engendrada mediante la resistencia. Es pura, porque carece de resistencia, como el amor. En la meditación no hay mañana, no hay argumentos con la muerte. La meditación es la destrucción de la seguridad, y en la meditación hay gran belleza; no la belleza de las cosas que han sido producidas por el hombre o por la naturaleza, sino la belleza del silencio. Este silencio es el vacío en el cual todas las cosas fluyen y existen. Es lo incognoscible, y ni el intelecto ni el sentimiento pueden llegar a ello; no hay un sendero que conduzca a este silencio, y cualquier método para ello es la invención de un cerebro codicioso. Todos los sistemas y recursos del yo calculador deben ser completamente destruidos; todo avanzar o retroceder debe llegar a su fin, sin mañana. La meditación es destrucción, es un peligro para quienes desean llevar una vida superficial, una vida de mito y fantasía”.
Mi experiencia en la meditación me ha llevado en estos últimos tiempos a entender que no podemos olvidarnos de la meditación cuando nos levantamos del cojín. Tiene que ser algo que viva realmente con nosotros.
ResponderEliminarEl despertar espiritual no llega con ninguna comprensión intelectual y el problema está en nuestro apego a la mente o al pensamiento de un "yo hacedor". Y hay que entender, y no desde la mente, (aunque en un principio, tiene que ser a través de ella) que no hay nadie haciendo nada. Lo único que existe es la "Voluntad de Dios haciendo o actuando", queramos o no eso es así...
La búsqueda en conceptos y en ideas para encontrar la verdad, la paz o aquello que nos libere, es una búsqueda ilusoria.
Me encanta "K"
Un saludo enorme y afectuoso.
mj
Cuando hago meditación, sigo los consejos que me dio un fraile trapense el verano pasado: cierro los ojos y me dejo contemplar por Cristo. A veces los ruidos del mundo me invaden, pero otras es Él quien me invade y entonces pierdo la noción del tiempo y deseo que eso nunca acabe.
ResponderEliminar