Debo una disculpa a las amigas y amigos del blog, pues no he vuelto a escribir desde el último día de febrero; son varias las causas de este silencio. Además del trabajo que ha traído la Cuaresma, también he recibido la visita de mi Superior en el Vicariato del Caribe, quien me ha pedido que acepte un cambio de destino y, en lugar de ir a Miami, me quede en la Habana, como Superior y Párroco de esta casa. A esto se suman las dificultades de conexión, la excesiva lentitud con la que puedo acceder a Internet, que a menudo no permite colgar las entradas, y cierto estado anímico. No obstante, por el momento, no tengo planes de abandonar, y tratare de sortear este bache en el camino para sostener este espacio en la red que me permite aportar mi visión personal del hecho religioso y entrar en contacto con quienes sienten afinidad por los temas espirituales.
“Uno de los puntos clave de la vida profética es que la persona profética incita a la rebelión no diciendo a los esclavos que se liberen sino diciendo a los que se creen libres que son esclavos” (TM).
“La vocación profética a la que como religiosos hemos sido llamados entraña una conciencia profunda de las contradicciones de la sociedad” (TM).