viernes, 30 de abril de 2010

UNA TEOLOGÍA QUE ACABA EN DESAMOR.


"Ha de haber teología, y la teología ha de ser abstracta, al menos hasta cierto punto. Lo que importa es que el propio teólogo no trate con una fría desencarnación, un Cristo mental que ya no le sea visible cuando encuentra a su prójimo. El pecado de la mala teología ha sido ese precisamente: poner a Cristo contra el hombre, y considerar a todos los hombres de carne y hueso como no-Cristo: dividir a los hombres arbitrariamente segun su conformidad con nuestro propio Cristo limitado, mental y desencarnado, y decidir sobre esa base que la mayor parte de los hombres son anti-Cristo Eso deja al descubierto a nuestra teología. En tal momento, no tenemos que poner en discusión a la humanidad, sino a nuestra teologia. Una teología que acaba en desamor no puede ser cristiana".
 Thomas Merton
 "Conjeturas de un espectador culpable", 301.

2 comentarios:

  1. El Corazón de Cristo abarca a todos los hombres, pedir perdón humildemente por las violencias, las guerras y por tan sólo pensar o hacer teología pensando que los demás están fuera del amor de Cristo es un llamado de Dios y un clamor de los pueblos al que todos tendríamos que hacer caso.
    Lo que leo acá del libro "Conjeturas de un espectador culpable" de TM me invita a eso, a pedir perdón y seguir andando.
    ines

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  2. Completamente de acuerdo con la idea de TM respecto a lo que es mala teología cristiana: la que provoca desamor. O lo que es lo mismo, aquella que niega el mensaje sustancial del Evangelio: el amor. Por esto no es buena la teología que, de un modo u otro, coarta la libertad del ser humano, favorece o consolida discriminación o desigualdad de cualquier índole, impone criterios irrebatibles, o sirve a los intereses de cualquier sistema instituido, por ejemplo.
    Además, sería conveniente tener en cuenta que, aunque la teología hace referencia a Dios, su Palabra y atributos, es producto de la interpretación humana, por lo tanto sus principios y postulados son humanos, estén legitimados o ratificados por cualesquier institución eclesial. La teología no la hace Dios, sino el hombre.
    Creo que el gran reto de la teología del siglo XXI es poner en contacto el Evangelio y el mundo actual. Ahí radicará su sentido y su legitimidad. Y para ello debe ponerse como tarea un estudio crítico de toda la tradición cristiana.

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