“La alegría y el dolor son dones igualmente preciosos que deben ser íntegramente saboreados tanto uno como otro, cada uno en su pureza, sin tratar de mezclarlos. Por la alegría, la belleza del mundo entra en nuestra alma. Por el dolor, entra en el cuerpo. Sólo con la alegría no podríamos ser amigos de Dios, como no se puede llegar a ser capitán con el mero estudio de manuales de navegación. El cuerpo tiene su lugar en todo aprendizaje. En el plano de la sensibilidad física, el dolor es el único contacto con la necesidad que constituye el orden del mundo, pues el placer no encierra la impresión de necesidad. Es una parte más elevada de la sensibilidad la que es capaz de percibir la necesidad en la alegría, y sólo a través del sentimiento de la belleza. Para que la totalidad de nuestro ser llegue un día a ser íntegramente sensible a esa obediencia que es la sustancia de la materia, para que se forme en nosotros un sentido nuevo que permita escuchar el universo como la vibración de la palabra de Dios, las virtudes transformadoras del dolor y la alegría son igualmente indispensables. Cuando se presentan, hay que abrir a ambas la totalidad del alma, como se abre la puerta a un mensajero de la persona amada. ¿Qué le importa al amante que el mensajero sea cortés o brutal, si le entrega su mensaje?”.
Simone Weil.
Bernanos acaba su libro "Diario de un cura rural" diciendo: "Todo es gracia". Así hemos de vivir la vida, los acontecimientos. Dios nos habla en cada uno de ellos ...Hemos de estar atentos. Un abrazo: Joan Josep
ResponderEliminarGracias P Manuel. Hermoso.
ResponderEliminarEl dolor, la alegria y la fe transformandonos para ser mas parecidos a Jesus
amen
adri
Esta mujer siempre me ha parecido extraordinaria, sorprendente, inclasificable: filósofa, revolucionaria, mística sin religión (identificada con el cristianismo, pero sin iglesia ni bautismo), pacifista…Una vida apasionada y apasionante. Y por encima de todo, una mujer solidaria hasta el final.
ResponderEliminarHace poco leí un pequeño librito que me ilustró mucho sobre su aproximación al tema religioso, “Carta a un religioso”. Una lectura muy interesante, en la que desnuda todas sus inquietudes espirituales.
Hay dos frases suyas que recuerdo especialmente:
“No es porque Dios nos ama que debamos amarlo. Es porque Dios nos ama que debemos amarnos.”
“El amor de Dios es puro cuando la alegría y el sufrimiento inspiran igual gratitud.”
Gracias por traerla de vez en cuando al blog, Manuel.