Retomando un viejo tema de este blog, volvamos a adentrarnos en los caminos espirituales de TM:
La santidad en TM está vinculada indisolublemente a su conversión, a su bautismo y a su elección vocacional. Cuando hace la lectura de su vida en clave de fe, como historia de salvación, coloca la llamada a la santidad como eje de su vida cristiana, y es capaz de descubrir que esa llamada, si bien tiene un momento puntual, ha estado presente desde el comienzo de su vida, y se ha ido desvelando progresivamente, y manifestándose en acontecimientos, personas, libros e ideales. Es una llamada que le hace descubrir su verdadera identidad, y le recuerda la obligación de buscar la plenitud a la que Dios le llama en una vocación particular, y de trabajar porque el mundo también participe también de la plenitud de Dios. TM busca modelos concretos que le ayuden a ir perfilando su ser cristiano; sabe que se trata de un proceso, que necesita de aperturas y renuncias progresivas, que no desecha ni ignora sus propias limitaciones, y que le exigirá abandonar a menudo sus propios proyectos e ideales para abrazar confiadamente los planes de Dios. Así descubre que en él la santidad está íntimamente vinculada a su vocación de escritor, a la contemplación, a la soledad, pero también a su preocupación por el mundo, por la justicia y la belleza de lo humano; está vinculada tanto a la tradición como a lo más actual, a la oración y a la poesía. Esta apertura a la hora de entender y vivir su búsqueda espiritual es uno de los elementos fundamentales de la espiritualidad de TM, y tal vez para mí el más inspirador.
Y luego, hay en TM, en su deseo de ser “santo”, un propósito de integración y universalidad, que forma parte esencial de su camino de fe y de su testimonio como contemplativo católico; su apertura franca, su constante búsqueda, su deseo de plenitud, le abren no sólo a la belleza y al dolor del mundo, sino también a otras experiencias religiosas, en un deseo de vivir cada día más plenamente la “catolicidad” de su ser Iglesia. Él quiere juntar en su persona lo que está separado fuera, como una manera propia de contribuir a la unidad. En su itinerario espiritual de “santidad”, TM pasará de una comprensión más estrecha, tradicional y devocional del camino cristiano, a otra visión que contempla el seguimiento de Cristo de manera más integral, más sencilla y más compasiva mayor con el mundo y con los problemas de su tiempo.
De lo dicho, no se deduce que sea Merton una figura excepcional, que ponga en cuestión todo el ideal de santidad que le precede, pero, en su persona, se da la suma de toda una serie de tradiciones y experiencias precedentes que él asume; la Tradición de la Iglesia, la vive y la enriquece desde su itinerario personal de salvación, como han hecho otros muchos hombres y mujeres, impulsados por el encuentro con Cristo, y refleja las preguntas, dudas y búsquedas del tiempo en que vivió. Su figura, antes y ahora, ha sido cuestionada por muchos, pero ese es el destino de los profetas, de los que se adelantan a su tiempo, para, como vigías, ver más allá del propio presente y ofrecer nuevas rutas espirituales para los buscadores de Dios. Creo que si Merton es un maestro para muchos no es porque sea un hombre “perfecto”, sin errores, sin tropiezos, sino porque su búsqueda fue auténtica, honesta, transparente, hasta donde era capaz él mismo de conseguirlo, dejándonos entrever su fragilidad y sus limitaciones. Su vida vale como modelo cercano y creíble del cristiano que busca la voluntad de Dios en medio de un mundo complejo y de las propias complejidades de su psiquis y su personalidad, siempre en relación con otros.
Haces una estupenda aproximación al camino espiritual de TM, Manuel. Por lo que le he ido leyendo, Merton nos va mostrando su camino con el lenguaje de la experiencia. Una experiencia de Dios que le lanza a una soledad en apertura al mundo, a la denuncia de la injusticia y la violencia, y a una búsqueda de la unidad espiritual. Se comparte y nos comparte a través de su escritura, y se manifiesta en una vida honesta. La atracción que ejerce Merton quizá se fundamente en la autenticidad con la que recorrió su trayecto espiritual, reconociéndose un caminante más entre todos los que pertenecemos a la raza humana. Un hombre que se despojó de convenciones y fachadas, que no negó ni silenció lo que verdaderamente importa, porque no hay nada más tranquilizador que la verdad humilde. Y en esa verdad de nuestra humanidad están los miedos, las heridas, los anhelos, los errores y las esperanzas. Hay espacios de nostalgia y espacios de fiesta. Merton se relaciona con nosotros a través de esa verdad desnuda y vulnerable, pero honesta.
ResponderEliminarHay dos frases en “Semillas de Contemplación” que me parecen reveladoras de la dirección que tomó Merton en su búsqueda y recorrido: “Cada momento y cada acontecimiento en la vida terrena del hombre siembra algo en su alma”. “El único que puede enseñarme a hallar a Dios es Dios. Él mismo. Él solo”.
El modo en que escribió Merton su experiencia de Dios abre caminos, marca rumbos, no es poco que oriente la búsqueda: universalidad, integración, comunión, soledad, silencio, oración, dicho todo esto de un modo que llega a los que lo leemos como muy elaborado y con una sensibilidad religiosa impresionante.
ResponderEliminarEspero se vaya leyendo y reflexionando más en la Iglesia toda su espiritualidad, y ayude a muchos a descubrir el propio camino de de santidad y el llamado que Dios tiene para cada uno.
A lo largo de la historia de la Iglesia han surgido personas capaces de orientar en este sentido, muchos son santos, otros no son canonizados pero están iluminando a muchos hoy gracias a que abrieron su corazón al Espíritu de Dios y gracias también a la concreción de una obra, escritos, o la propia vida hecha servicio y entrega, dentro de los mil límites de cada uno, por querer identificarse con Jesús Nuestro Señor. Aún muchos que no participaron del cristianismo fueron faros en medio de nuestra humanidad rota, limitada, llena de baches, como Gandhi, por ejemplo.