El 3 de septiembre de 1948 Thomas Merton escribe una carta a Evelyn Waugh y dice:
“En un monasterio contemplativo donde se supone que la gente ve las cosas con claridad, a veces se vuelve muy difícil ver alguna cosa correctamente”.
“La vida contemplativa exige que todas las cosas, todos los propios hábitos de pensamiento y modalidades de acción, sean simples, definidos y libres de movilidad inútil. En cada departamento de la propia vida, he allí nuestra inmensa batalla”.
Yo vivo en un convento, y entiendo lo que dice Merton.
A menudo las mayores dificultades están allí donde todo debería resultar más fácil.
En la vida espiritual nada es obvio, ha de empezarse siempre de nuevo. Ningún descubrimiento es definitivo.
Al mismo tiempo las estructuras que encontramos pueden ser una excelente ayuda para construir la propia senda. Nunca empezamos desde cero.
Apunta Merton:
“Supongo que puedo ser contemplativo aquí, así como en cualquier lugar del mundo”.
VERDAD NUNCA EMPEZAMOS DESDE CERO, CUANDO EL ALMA CONTENPLATIVA SABE ENCONTRAR a Dios en todo aquello que le rodea,el alma que vive en contmplación constinua no pierde la paz, por muy dificiles que sean los momentos que se vivan por que sabe que cada momento es un empezar de nuevo un saludo en Cristo Jesús
ResponderEliminar¡Vaya! Esta vez voy a hacer una triple corroboración: al apunte final significado en el título de la entrada (no la tomo como alusivo a lugar geográfico), a la opinión que Merton refleja en el fragmento de su carta, y a tu sincera reflexión personal, Manuel. Los tres apuntes tienen la fuerza y la veracidad de lo que es irrefutable por su obviedad y la realidad de la experiencia. Además creo que siempre es bueno hacer apuntes así, porque en numerosas ocasiones lo obvio y lo real no resultan tan evidentes para muchas personas. Exponerlo y difundirlo supone siempre ofrecer una posibilidad de ampliar la apertura y el crecimiento. También, por supuesto, abre la oportunidad a un respetable y valioso disentimiento.
ResponderEliminarEso es cierto. A veces pensamos que el hecho de estar resguardado en un convento o monasterio ya hace santo a la persona y, como bien dices, unas veces contribuye la estructura y otras no porque, al final, después de todo, también hay personas que forman al comunidad monastica y la comunidad de vida de cada uno. La clave, o una de ellas, está, como dice Merton, en ser capaz de trascender lo que se ve para Ver de verdad, con una actitud contemplativa.
ResponderEliminarGracias por las palabras que compartes.