miércoles, 10 de noviembre de 2010

COMO EL PEZ EN EL AGUA

El poeta nicaragüense Ernesto Cardenal fue novicio trapense, como hemos apuntado otras veces en este blog, bajo la tutela de Thomas Merton; esa experiencia ha sido recogida por Ernesto Cardenal en sus memorias: “Vida Perdida” y “Las Ínsulas Extrañas”. Del primero de estos libros recogemos algunos pasajes:

“No sólo debemos tener paz, me dijo el P. Merton, como yo aquí estoy teniendo tanta paz, sino que también angustia como la demás gente del mundo, porque la angustia es propia de nuestro tiempo”.

“Es muy posible que usted más tarde tenga úlceras, me dijo el P. Merton. Todo su problema es que usted es amado por el amor infinito, y eso es algo terrible (con la erre nuestra mal pronunciada por los norteamericanos)”.

“Nos dijo Merton que a veces se necesita un esfuerzo heroico para recorrer los doscientos metros que hay entre el dormitorio y el coro”.

“Me dice Merton que a los norteamericanos les cuesta mucho acostumbrarse a la vida monástica porque han tenido una vida totalmente desprovista de símbolos. No entienden la razón de ser de ningún símbolo”.

“Hoy le dije a Merton que me costaba mucho hacer el examen de conciencia, los 5 minutos de examen que tenemos al medio día y los 15 en la noche. Y me dijo que no los hiciera, que eso eran inventos de los jesuitas, que los antiguos padres no los tenían. Que el monje vivía siempre bajo la luz de un examen general. Y que no se debía tener ningún ejercicio artificial, sino simplemente vivir. Vivir la vida de los hijos de Dios. Y como el pez dentro del agua no necesita nada para recibir el mar, así no tenemos sino vivir a Dios que nos envuelve por todas partes y dentro del cual nos movemos. Y si no era esta espiritualidad nueva, sino una espiritualidad semijesuitica la que predicaríamos en América Latina, la misma que se predica siempre, no valía la pena ir allá a hacer una fundación. Pero que esta era la razón de hacer una fundación allí: ¿Hay algo más sencillo que un pez en el agua? Me dijo”.

“Vida Perdida”
Ernesto Cardenal
Seix Barral

1 comentario:

  1. Experimentar realmente a Dios nos haría sentirnos verdaderamente como “pez en el agua”. Qué maravilla si pudiéramos dejar de lado tantos esquemas, concepciones, formalidades, miedos, categorías y escalafones… Vivir un Dios, que más allá del nombre, o sin nombre, nos inundase de bondad, ternura y misericordia. Una fe en la que tuviéramos la profunda convicción de que su voluntad suprema es que seamos felices, dichosos, bienaventurados. Respirando en Él felicidad: la felicidad de la bondad. Inseparables ambas, como el pez y el agua. Un Dios que se nos ofreció como regalo en la nueva humanidad de Jesús. Y, siendo todo tan sencillo, ¡lo que nos gusta complicar las cosas…o qué facilidad damos para dejar que nos las compliquen…!
    Por cierto, Cardenal es persona con la que comparto sintonía de visión.
    En cuanto a los símbolos, sí, pero con matizaciones: en mi recorrido espiritual “ni están todos los que me sirven, ni todos los que están me sirven”.

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