“El compromiso de Merton, todos vienen a coincidir, fue radical, una lealtad desde las estructuras monásticas, no hacia ellas únicamente sino, ante todo, hacia Dios. Con un conocimiento vastísimo de su tradición, y habiendo alzado en ocasiones la voz a favor de la reforma de la vida monástica, nunca se detuvo con especial empeño en cuestiones superficiales de forma y estilo. Sin embargo, insistió en la idea de que algunos monjes de probada capacidad y madurez pudieran establecer un diálogo serio con todas aquellas personas interesadas en las dimensiones internas del crecimiento humano y de la experiencia espiritual: poetas, filósofos, psiquiatras, artistas, que pudieran reconocer en los monjes a otros “profesionales” como ellos mismos que deliberadamente profesan una clase de experiencia y una visión diferente en su praxis cotidiana”. (F. Beltrán)
Merton, desde mi punto de vista, se comprometió a hacer de su vida un camino de búsqueda de Dios, sin establecer a priori ningún tipo de muros ni fronteras formales para el encuentro. Fiel al descubrimiento de su auténtica humanidad, buscó experimentar y compartir al Dios que es Vida y vive en cada latido del mundo, al Dios que es Amor y vive en el corazón de cada hombre. Y ese compromiso lo vivió “desde”, y no “para”, unas estructuras monásticas de las que, por no verlas precisamente perfectas, se hizo precursor de reforma. Además, afortunadamente pudo desarrollar su visión sobre la santidad y el acercamiento a Dios, porque gracias a su prestigio intelectual, popularidad y éxito editorial, pudo acceder a una vida monástica con un estatus “especial” en la libertad de destino y movimientos. Al menos, pudo hacerlo así hasta la fecha en que murió. Tengo mis dudas si hubiera podido continuar en esa línea de compatibilidad según cuál hubiese sido la línea evolutiva de su crecimiento humano espiritual. Pero quizá esa duda me haga más atrayente a Thomas Merton. Siempre el misterio es bonito, y más para los que amamos al Misterio del Amor.
ResponderEliminarY mil gracias, Manuel, por ser tan maravillosa herramienta difusora suya.
El diálogo con otros "profesionales" por parte de los monjes engrandece la profesión monástica, sin duda, esto es un legado interesante de TM para todos, aún para los que no están tan interesados en la vida de los monjes.
ResponderEliminarGracias por esta entrada.
Un saludo fraterno y mi oración por todos,
Inés