“Abril de 1940. La Habana, Cuba.
La Habana es una ciudad bañada por el éxito, una buena ciudad, una ciudad real. En ella hay abundancia de todo, inmediatamente accesible y, hasta cierto punto, accesible a todos.
La animación de los bares y cafés no está secuestrada tras las puertas y los vestíbulos: todos ellos están ampliamente abiertos a la calle, y la música y las risas llegan a la calle, y los peatones participan en ella, de la misma manera que los cafés participan también en el ruido, las risas y la animación callejera.
Ésa es otra característica de la ciudad de tipo mediterráneo: la completa y vital compenetración de todos los ámbitos de la vida pública y comunitaria. La vida real de estas ciudades se encuentra en la plaza del mercado, en el ágora, el bazar y los soportales.
Vendedores de billetes de lotería, de tarjetas postales o de ediciones extraordinarias de periódicos vespertinos (casi cada minuto aparece una nueva edición de algún periódico) entran y salen de la multitud y de los bares. Bajo los soportales se instalan músicos que cantan y tocan algún instrumento para desaparecer después.
Si estás comiendo en una mesa de las terrazas de la plaza, participas en la vida de toda la ciudad. A través de los soportales puedes ver, recortada contra el cielo, una musa alada de puntillas en la parte superior de una de las cúpulas del Teatro Nacional. En la parte baja, los árboles del parque central: y todo el mundo parece estar circulando a tu alrededor, a pesar de que los viandantes literalmente no vienen ni van de las mesas en que se sientan los comensales, que comen sabrosos platos de judías negras o pintas.
El alimento es abundante y barato: pero es que, además, si no tienes dinero, no tienes que pagar por él, porque es de todo el mundo, se desborda e inunda las calles. Tu animación no es algo privado, pertenece a todos los demás, porque cada uno te lo ha dado a ti en primer lugar. Cuanto más observas la ciudad y te mueves por ella más amor recibes de ella y más amor le devuelves, y, si así lo deseas, pasas a formar parte integrante de ella, de todo complejo abanico de alegrías y ventajas, y esto, después de todo, es el modelo mismo de la vida eterna, un símbolo de salvación. Esta pecadora ciudad de La Habana está construida de tal manera que, cualquiera que sepa vivir en ella, puede interpretarla como una analogía del reino de los cielos”.
(Thomas Merton, Diarios I, Páginas 39-40))
¡Qué extraordinario escritor era Merton y qué gran humanidad rezuma en todos sus escritos! Felicidades por tu blog.
ResponderEliminarHermosa la forma en que Merton toma el pulso a La Habana del 40. Nos acerca maravillosamente al cuerpo y alma del entonces de esta ciudad. Ciertamente identificable, en este lienzo que nos dibuja de ella, al espíritu vital que alienta en la vida callejera de una ciudad geográficamente mediterránea
ResponderEliminarAdemás, creo que se podrían hacer varios análisis de esta “pintura” habanera mertoniana, que podríamos navegar por varios posibles cauces de reflexivos…
Y, cómo no, dan ganas de ir para allá...
Manuel, es hermoso el comentario que Merton hace de La Habana. La ve a vuelo de pájaro,con la sensibilidad de un poeta y con el alma de un peregrino que busca esencia para su vida. No es un turista buscando banalidades. Es verdad que no entra en el dolor de la ciudad, que existe, como en todo tiempo y en toda ciudad, pero, ni pretende hacer un tratado, ni el sentimiento casi exhultante que experimenta, se lo permite.
ResponderEliminarSe me ocurre pensar cuánto le hubiera gustado al joven Tom, que disfruta La Habana, escuchar el sentir del trovador habanero que más de 60años después, va a proclamar lo que sentimos los nacidos en esta ciudad, donde quiera que estemos..
Habana, mi vieja habana,
señora de historia de conquistadores y gente
con sus religiones,
hermosa dama...
Habana, si mis ojos te abandonaran,
si la vida me desterrara
a un rincón de la tierra,
yo te juro que voy a morirme
de amor y de ganas
de andar tus calles,
tus barrios, y tus lugares..
(Sabanas Blancas. Gerardo Alfonso)
a un rincón de la tierra
O haber escuchado exclamar al gran poeta habanero José Lezama Lima, que dirá un año después, en 1941, el verso que le sirve hoy de epitafio en su tumba:
"..ya que nacer aquí
es una fiesta innombrable"
(Noche insular,jardines invisibles)
Gracias, un abrazo
Sol
Manuel,además del comentario anterior, en otra cuerda,
ResponderEliminarmi senda recién iniciada en la
espiritualidad de Merton, no me deja obviar el deseo de compartir aquí lo expresado por él, 20 años después de su visita a La Habana, ahora ya monje,ya con experiencia mística,en una carta al ensayista cubano católico Cintio Vitier, su amigo epistolar, miembro de un grupo de intelectuales que se esforzaban por practicar su fe, y conciliarla con la situacion política y social de aquel momento cubano, tan especial. Dice Merton en su carta..
"No sienta que las dificultades en medio de las cuales laboran hacen menos significativas sus vidas. Al contrario, los cristianos vivimos en todas partes en una especie de exilio, y es necesario que todos comprendamos ésto. El peligro mayor proviene de identificar la Iglesia con un sistema económico y cultural próspero y sólido, como si Cristo y el mundo hubiesen finalmente acordado ser amigos. La Iglesia necesita cristianos de pensamiento libre y original, con nuevas soluciones, y dispuestos a correr riesgos.......
Ustedes no tienen por qué sentir confusión o duda, sino abrir sus corazones al Espíritu Santo y regocijarse de Su Libertad que nadie puede arrebatarles. Ningún poder en la tierra puede impedir amar a Dios y unirse a El. Ni tampoco dependen de la devoción tradicional, puesto que el Señor está junto a ustedes y vive en ustedes. Su Evangelio no está viejo, ni olvidado;es nuevo y está ahí para que lo mediten. Por su gracia pueden recibir los sacramentos de la Iglesia y alegrarse de estar en el Cuerpo de Cristo. Y tienen a sus hermanos cristianos y a toda Cuba para amar.
....
Dios los bendiga a todos. Alégrense en la verdad y no teman nada. Recen por mí. Estoy unido a ustedes en la caridad de Cristo, y en su espíritu
(1ro de agosto de 1963).
Palabras vivas siempre.A seguir siempre, a meditar siempre.
Un abrazo,
Sol