FUNDAMENTALISMOS (Jaume Flaquer)
“El uso común de las palabras fundamentalismo e integrismo tiende a utilizarlas indistintamente y a entenderlas como sinónimas de fanatismo, radicalismo (en sentido peyorativo), dogmatismo... Están también ligadas a la intransigencia y rigidez mental. En todos estos conceptos hay la idea de un exceso, de un tomarse demasiado en serio temas sin importancia. Esta es la actitud del fanático. Fanum en latín significa lugar sagrado. El “fanaticus” era el servidor del santuario y, por la actitud exaltada de algunos de ellos, pasó a tener un sentido peyorativo. Así, el fanático es aquel que sacraliza de manera intransigente algún aspecto de la realidad. Y cuando algo se hace tan desmesuradamente esencial impone al sujeto una exigencia de luchar por esa causa, una lucha que es a menudo violenta.
Lo dicho hasta ahora quizá sugiera que la solución al fundamentalismo es el relativismo, esto es, no asumir nada en la vida como fundamental. El relativismo es el extremo opuesto al radicalismo dogmático. Pero la solución se encuentra en la tolerancia bien entendida. No se trata de no tomar nada como esencial sino de no justificar cualquier medio aunque sea para conseguir fines loables y de dejar siempre abierto el diálogo y la interpelación personal.
Las actitudes fundamentalistas han existido siempre. Sin embargo, el concepto es de uso bastante reciente. No empezó a utilizarse para denunciar una manera de proceder considerada como negativa sino como auto designación de un grupo de protestantes americanos. A principios de este siglo, aparecieron una serie de publicaciones protestantes recogidas con el título: “The fundamentals. A testimony to the truth”. Estos escritos pretendían definir y defender los aspectos fundamentales del cristianismo. Para ello, usaban como fuente la Biblia interpretada en su sentido más literal. Con ella criticaron duramente a Darwin porque contradecía el relato de la creación del Génesis. Si los libros sagrados son de origen revelado ¿cómo admitir la posibilidad de error en algún contenido suyo?
Esta actitud llegó a un extremo tal que en algunas zonas de EE.UU. se llegó a prohibir a los profesores la enseñanza de las teorías de Darwin. Todos estos extremismos estaban causados por una nefasta interpretación de la Biblia. El fundamentalista era, por tanto, la persona que pretendía leer la Biblia sin tener en cuenta ni los símbolos y géneros literarios que utiliza ni la época en la que fue escrita. Y si siempre es un error extraer una frase de su contexto dentro de un escrito, no lo es menos desvincular un texto de su contexto histórico.
No pensemos que sólo los protestantes cayeron en este tipo de errores. El término integrismo, fue utilizado por católicos de finales del siglo pasado y principios del XX con la intención de mantener íntegra su fe y sus tradiciones. El problema no era ya el de la interpretación de textos pero se asemejaba. Si el fundamentalismo protestante leía los textos del pasado sin tener en cuenta su contexto, el integrismo asumía “literalmente” la tradición, desvinculándola de su contexto histórico.
Además, los integristas rechazaban las incipientes ciencias humanas, y pretendían buscar en la fe respuesta a todos los problemas de la vida privada y pública. Desde una fidelidad intransigente a las directrices dictadas por Roma se declaraba en guerra contra la modernidad, el naturalismo, el laicismo y el comunismo. Recordemos que Pío IX condenó la modernidad y que hasta hace pocas décadas se obligaba a los profesores de teología a firmar que nunca secundarían sus tesis. En España, el integrismo se constituyó como partido político a finales del S.XIX.
Pero no debemos llamar integrista a todo el que se toma en serio unas determinadas normas éticas que nos resultan extrañas, sino a aquel que no está abierto a ningún tipo de diálogo e interpelación”.
(Tomado de: “Fundamentalismo. Entre la perplejidad, la condena y el intento de comprender”, de Jaume Flaquer)
Una exposición interesante y clara para un tema que no habría que perder nunca de vista, sobre todo en los “tiempos que corren”… Información, formación, reflexión y razonamiento, libertad de expresión, serán siempre herramientas necesarias para no caer en los fundamentalismos, integrismos y otras similares visiones limitantes de la vida, y sobre todo limitantes de la Vida.
ResponderEliminarHace unos meses este tema fue estudiado y debatido, con profundidad y coherencia, por la Asociación de Teólogos Juan XXIII, en España.