Si Adviento significa espera, esperanza, confianza, corazón abierto, entrega generosa, abandono, y muchas cosas más, entonces ciertos pasajes escritos de la obra de Merton son especialmente significativos para este tiempo, litúrgico sí, pero sobre todo espiritual, emocional, porque cae justamente en el cambio de año, cuando siempre tomamos consciencia de la necesidad de ser transformados y de la urgencia de disponernos siempre al cambio interior para crecer.
En este sentido, digo, varios textos de TM son propicios para disponer el espíritu, y particularmente significaría uno, que podemos encontrar en el recién reeditado “Conjeturas de un espectador culpable” (o en los “Diarios”). Me refiero a lo que escribe Merton luego de la “epifanía de Louisville”, ese canto humanista en el que proclama: “Es glorioso destino ser miembro de la raza humana”.
También invitaría a leer el epílogo de “El signo de Jonás”, titulado “Vigilante contra el fuego”, que es todo un canto a la confianza, a estar vigilantes en medio de la noche. Ahí escribe:
“No hay una hoja de la que Tú no cuides. No hay un grito que Tú no hayas escuchado antes de que fuera proferido. No hay agua entre las rocas que no haya sido escondida allí por tu sabiduría. No hay manantial oculto que no haya sido ocultado por Ti. No hay cañada para una casa solitaria que no haya sido pensada por Ti con ese fin. No hay un solo hombre en este acre de arbolado que no haya sido hecho por Ti para ocuparlo.
Pero hay mayor consuelo en la realidad del silencio que en la mera respuesta a una pregunta. La eternidad está en el presente. La eternidad se encuentra en la palma de la mano. La eternidad es una semilla de fuego cuyas imprevisibles raíces rompen las barreras que impiden a mi corazón ser un abismo”.
Escribe aquí Merton una corta frase que me parece ideal para describir esta espera interior: “La mano está abierta. El corazón está mudo. El alma que mantiene unida mi sustancia, como una dura gema en el hueco de mi propio ser, se rendirá algún día de manera total”.
Gracias, Manuel, por acercarnos al Adviento con Merton, y por facilitarnos una práctica guía de lecturas, y páginas de su obra, alusivas a este tiempo.
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