“Ciertos dictados están implícitos en la sociedad. Tienes que hacer esto o tienes que hacer aquello. Si haces estas cosas eres feliz. Si no las haces, eres desdichado, eres un fracasado, eres malo, eres rechazado. Nunca antes de ahora ha estado esto tan sistematizado. Los vagabundos dicen: Si haces esto, haces aquello, no eres feliz. Sólo dices que lo eres. Yo voy a hacer otras cosas que nada tienen que ver con estas Y voy a ser feliz. Eso es lo que estamos haciendo nosotros Hay un algo en nosotros que, si no es eso lo que estamos haciendo, nunca nos da la paz. Pero viene entonces la estructura de la Iglesia y nos dice: Si haces esto, serás feliz, estarás complaciendo a Dios, serás un buen religioso, serás un santo. Y ese algo en nosotros dice: Eso no es verdad. Para ser feliz y para ser n santo tengo que seguir mi conciencia, Tengo que seguir al Espíritu Santo. Esta es la raíz de nuestra vocación profética. Tenemos que verla bajo esa luz. Nadie excepto Dios va a decirnos lo que tenemos que hacer, Dios y nuestra conciencia y nuestros hermanos y hermanas. Nadie va a determinar nuestras vidas.
La protesta simbólica no es suficiente. Tenemos que vivir, realmente vivir. Y esto puede ser mucho menos espectacular que protestar. Es posible que nadie tome en cuenta nuestras vidas. Pero nosotros sabemos lo que estamos haciendo. Cada uno de nosotros debe responder a su vocación, debemos ser nosotros mismos. Podemos no tener que responder al programa de uno u otro monasterio, una u otra orden, pero sí tenemos que vivir nuestra propia vida. Si no lo hacemos, no seremos útiles a nadie”.
(TM, Los manantiales de la contemplación, 136-137)
“Oh Señor, concédenos tu luz y la fortaleza del Espíritu Santo para seguir nuestra vocación como tú desearías que lo hiciéramos, y concédenos la gracia para comprender los problemas de esa vocación a la luz de tu voluntad para nuestro tiempo. A través de Cristo nuestro Señor. Amén” ™
Sigue Merton desgranando magistralmente realidades sociales y religiosas muy comunes, y muy actuales también.
ResponderEliminarSin duda, me sumo a su pensamiento: la vocación más auténtica y más útil, para uno mismo y para los demás, es vivir la propia vida. Y vivirla en un mundo real. La llamada de Dios es siempre a la felicidad, y sin ser feliz uno mismo es imposible hacer feliz a nadie. No se puede compartir y regalar aquello de lo que se carece.
Cuántas veces dudamos en la Fe? son bastantes las que nos hacen dudar si esto es cierto o esto no puede ser realidad. Si basamos la Felicidad en la propia existencia del Amor , siempre seremos felices y gozaremos plenamente cada día, me traiciona mi ego , mis complejos , mi corazón .A veces no soy lo que quisiera pero mi Ser se debilita , me consume sin darme cuenta, me despecha y me traiciona ¿cómo puedo domar mi ego ?
ResponderEliminarSaludos de un seguidor .
La vocacion ha de ser suave. Como una brisa que sentimos en el rostro paseando con el Senor cuando atardece.
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