lunes, 7 de mayo de 2012

MERTON Y MARGIE 3

Merton se profetizó a sí mismo, cuando en 1962, tres años antes de este suceso imprevisible, escribía en su Diario, como colofón de un retiro: “No puede haber duda ni ambigüedad en mi decisión de ser completamente fiel a la voluntad y a la verdad de Dios... No puede haber duda ni medias tintas en mi empeño por evitar falsificar esta obra de verdad tomando demasiado en cuenta lo que otros aprueban o consideran ‘sagrado’. Es decir, podría suceder (o tal vez no) que lo que Dios me pide, me haga parecer menos perfecto a los ojos de los demás, o que me prive de su afecto, respeto y apoyo. Llegar a ser santo puede implicar la angustia de parecer y ‘realmente’ ser un pecador, un desterrado. Ello puede comportar conflictos aparentes según cierto patrón, que puede ser mal comprendido por mí o por otros, o por todos nosotros a la vez”. Y no es que se profetizara a sí mismo, es que se vio ante la realidad más fundamental y más profunda del místico y del profeta (y no de quien quiere “justificar” sus propias actuaciones...). Pero tanto místicos como profetas, a pesar del diferente modo de irrupción que el Otro hace en sus vidas, ambos desencadenan por igual el recelo, la resistencia y el rechazo de quienes se relacionan con ellos. La radicalidad de ese Otro que ellos manifiestan en sus vidas, cuestiona de modo diferente, pero con la misma intensidad los esquemas y referencias de los que le acompañan. Como en aquel film memorable, Teorema, de Pier Paolo Pasolini, en el que la visita del Otro se presenta como una absoluta alteridad que viene a romper y a desquiciar la vida aparentemente “equilibrada” de los que vivían instalados en “el discreto encanto de la burguesía”. Unos años antes del texto anterior citado había escrito unas líneas excepcionales, que coloqué en el frontispicio de "Ni ángel ni estatua" pero bien merece la pena reproducirlas de nuevo aquí, pues parece que en ellas Merton ha expresado su propia identidad: “Sacerdote-contemplativo, es aquel que como el Siervo de Yahvé “conoce la enfermedad” no sólo con su propio pecado sino con el pecado entero, que toma sobre sí porque es un hombre entre los hombres y no puede separarse de las obras de otros hombres. La vida contemplativa (sacerdotal) en nuestro tiempo, por tanto, se ve modificada necesariamente por los pecados de nuestros días. Estos traen sobre nosotros una nube de oscuridad mucho más terrible que la noche inocente del” no-saber” (La experiencia interna). Merton, en su juventud, había conocido muy bien la experiencia de “pecado”, del alejamiento de Dios; y conocía sus consecuencias. Además lo deja muy de manifiesto en los relatos de su conversión. Y en su deseo de entrega a Dios en el monasterio yacía el inmenso deseo de reparar sus propios pecados y los de los demás. Cuando conoció a M., no sintió, probablemente, lo que otras veces y ante las mujeres que había conocido en el “mundo” –que, en definitiva, era lo que había aprendido, porque era lo que encontraba en el ambiente en que vivía-. Precisamente, tras años de dura purificación espiritual en el monasterio, había superado esos “malos hábitos”, y la aparición de un afecto femenino produjo, por tanto, unos efectos diferentes. Y tuvo que “aprender” a reaccionar de otro modo, no desde la oscuridad que conoció en su juventud, sino desde la inocencia del “no saber” que había adquirido con su conversión y trabajo de purificación, como he dicho. Quien está haciendo la travesía del desierto, y pasa privaciones en él, hambre y sed... no puede hartarse y saciarse recién llegado a un oasis. El oasis, no es todavía el punto final de su camino. Thomas Merton tenía necesidad de reaccionar frente al amor humano real desde una nueva identidad, la identidad de monje y sacerdote. Y esta fue, creemos, la prueba profética y mística que Dios le preparó. María Luisa López Laguna, rcm. Universidad de Eichi, Kobe (Japón

4 comentarios:

  1. Siempre igual, el mismo enfoque y la misma interpretación, por los mismos de siempre. Dos personas se enamoran, pero si uno (o una) de ellos está etiquetada en una de las categorías superiores en la se han dividido al Pueblo de Dios (sacerdotes y religiosos, y laicos), a esas dos personas se les impone no vivir su amor plenamente como un proyecto de vida en común, en comunidad de pareja. Porque para la oficialidad católica eso sería una infidelidad, una traición a una “llamada” de Dios, un desprecio a esa “gracia” suprema. Impusieron esa incompatibilidad y la mantienen, y se quedan tan anchos como largos.
    Según el infalible e inapelable magisterio de la iglesia católica lo que deben hacer, por ser la opción de la fidelidad, la opción santa y santificante, es poner punto y final a ese amor humano encarnado y expresado un vinculación sexual completa. Porque claro, otro tema que sobre el que les encanta filosofar, pero que chirría y es insostenible hoy día, es el de la traída y llevada “genitalidad” y las alusiones “poéticas” al ser sexuado, que no conducen sino a castraciones de la auténtica humanidad, bajo teorías absurdas y abstracciones incoherentes que hacen apología y sublimación de un exclusivista amor espiritual… En fin, toda una larga lista de idealizaciones angélicas sin sentido.
    Lo más curioso es que todas esas doctrinas del celibato y la castidad no les parezcan contra natura, y sin embargo no se sonrojan lo más mínimo al decir con la mayor tranquilidad que la homosexualidad es una desviación contra natura... Pero claro, justifican lo del celibato y la castidad aferrándose a la literalidad bíblica de aquello de “eunucos por el reino de los cielos”. Muy interesante, por cierto, el libro con ese título de Uta Ranke Heinemann.
    Y un detalle muy importante: además, en el caso de Merton, fue muy ventajosa el acatamiento de Merton a las normativas, porque gracias a eso están obteniendo unos beneficios económicos y divulgativos para su Orden nada, nada despreciables…
    Lo que está claro es una cosa, afortunadamente a la gente de hoy (por lo menos la que habita el mundo desarrollado y libre) ya no se la puede convencer con argumentos y teorías supersticiosas, mágicas e irracionales, por mucho que nos las quieran vender como mandato o voluntad de Dios. Aunque la voz que reclama ser intérprete de la “autoridad divina” sea la del papa, como lo hizo Benedicto XVI hace unas semanas en una de sus homilías.
    La consecuencia de la evolución y el progreso humano, pensante y libre, es que conventos y seminarios se están cerrando o están bajo mínimos (a pesar del “descubrimiento” de las “vocaciones” del tercer mundo). Y algo que es mucho peor: la aparición de movimientos y grupos rígidos y fundamentalistas que ordenan a sus militantes y crean nuevas congregaciones. Sobran ejemplos.
    Afortunadamente la fe en la Presencia que ama en todo y en todos, la que se reveló en el Jesús que sigue vivo en la historia, poco tiene que ver con todos esos cuentos. Y es una tarea de conciencia y de seguimiento de Cristo, denunciar y contarlo, en espacios cristianos y libres como el blog de Manuel. Gracias y bendiciones para ti.
    Y termino diciendo que la entrada termina con una frase lapidaria de la monja conferenciante que dice que Margie fue una prueba que Dios le puso para su lealtad a Él. Me parece vergonzoso todo lo que esta idea significa, sobre todo por la manipulación y distorsión que encierra. ¡¡¡Qué pena de todas las Margies del mundo!!! Para ser una “prueba” y correr el peligro de acabar como ella, es mejor que las “pruebas” desaparezcan del camino de los “llamados” (sacerdotes y religiosos) antes de ser utilizadas o abandonadas… Aunque esa desaparición no evitará que sigan siendo víctimas y sufrientes para toda la vida, porque deben negarse a seguir vivas en ese amor.

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  2. Manuel, yo no conocía este importante suceso de la vida de Merton. Me acerca más a él su capacidad de no esconderse de sí mismo, de no negarse a la realidad, reconocer y aceptar el sentimiento como válido, real, jubiloso aunque sea lascerante, su claridad al exponerlo en sus Diarios, su honradez en no poner máscaras a un sentimiento profundamente humano, sus dudas, su angustia, y su entrega después a lo que él mismo, porque sólo él mismo podía hacerlo, considera su llamada esencial. . Es un hombre que ama, puede agradecer haber conocido, no importa en qué momento de su vida, ni en qué circunstancias, ese sentimiento.

    Uno se entrega como es, y lo que me he preguntado sobre Margie es si habrá podido entender, corresponder y valorar, la rara joya que Merton puso en sus manos, tanto cuando le confiesa su amor con condiciones, como cuando renuncia a continuar la relación, no por desamor, sino por lealtad a su propia percepción de su realidad. Si Margie lo amó de verdad, puede haber recibido, y renunciado, con igual entrega. Porque el amor es mucho más que la unión de dos cuerpos, que es plenitud, pero no la única plenitud. Hay plenitud en la pasión de la entrega y puede haberla en la renuncia aceptada por amor al otro, y compartida. Presionarlo a favor de la entrega a ella, ¿es amar? ¿deja libre?. Está amando a Merton,un hombre, un monje, un místico, un poeta, muy singular. De cómo era ella, sabemos poco. Continuaron hablándose hasta casi el final de la vida de Merton. Eso expresa que continuó un vínculo entre ellos, habla un poco de lo que Margie pensó de esa situación . ¿cuánto sufrió cada uno? ¿Con qué altibajos? La opinión de Margie no la sabemos, como tampoco las cosas que Merton no contó. Estamos ante una relación amorosa, que es de dos, como dice un comentario sobre este tema, aunque él, al hacerla pública nos hace partícipes a todos, y no me provoca curiosidad, ni siquiera histórica, sino respeto a la intimidad e invitación a pensar.
    Un abrazo,
    Sol.

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  3. Dice la religiosa conferenciante: “No dudo de que Dios le guiara a través de esa aventura, para conducirlo a su verdadera identidad y plenitud humana y atraerlo más hacia Sí… hasta nuestros propios errores, son más elocuentes de lo que pensamos”.
    ¿Y esto puede verse como una interpretación objetiva e imparcial de todo este tema amoroso? Increíble como puede llegar a “leerse” el amor entre un monje sacerdote y una mujer por los que quieren “barrer para su casa”. En este caso la religiosa. Eso sí está muy bien preparada y documentada para llevar a cabo la manipulación argumental. ¡¡Felicidades Mª Luisa!!
    En cuanto al señor, o señora, Sol, sinceramente creo que es muy fácil idealizar con los sentimientos y situaciones emocionales de los demás. Esto está muy bien para las películas, que pueden ser maravillosas y preciosas aunque el final sea de lo más triste, aunque sean basadas en hechos más o menos reales (véase “Titanic”, por citar un ejemplo).
    Aquí estamos hablando de una relación amorosa real y completa entre un hombre y una mujer de carne y hueso. Un sentimiento que, entre dos personas reales, se plenifica y celebra en la unión de vida, en un proyecto común. Suponer que romper eso, terminar con la relación, a instancias de una de las partes, tuvo que suponer una joya para Margie, me parece que es francamente montarse una película, y además de fantasía. Sin dejar de tener muy en cuenta que sólo conocemos la versión de Merton, y en estas entradas se nos da la interpretación clericalizada de esa versión.
    Por otra parte, pienso que para hablar de determinados asuntos (tan personales, tan íntimos, que afectan tanto al corazón de las personas) habría que haber pasado por una situación igual o similar. De lo contrario es muy fácil hacer un dibujo demasiado naif, o demasiado fantástico de esas situaciones. Es como si un turista diese su opinión de la realidad cotidiana de los cubanos de a pie, basándose en su visión de La Habana o del resto del país. Creo que para hablar de Cuba los más aptos son los cubanos, los que viven allá. Podría decir lo mismo de otro país, y sus turistas. Cito Cuba por ser el país de Manuel.
    Señor o señora Sol, hay muchas víctimas del celibato (hombres y mujeres), hay mucho sufrimiento, angustias, futuro partido… como para hacer una lectura tan idílica de situaciones semejantes. Hay literatura, testimonios reales, libros de experiencias, casos con nombres y apellidos, de todos los continentes, que dan prueba de ello. Y créame, ninguno de esos hombres y esas mujeres considerarían una “joya” ni un “privilegio” ser el amor apartado, la “prueba” superada por un sacerdote, por muy Merton que sea su apellido.

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  4. Hay veces que creo que las personas deciden ver algunas situaciones humanas con la filosofía de los cuentos de las mil y una noches. Todo es fantástico, maravilloso, poético.
    Pero, por favor, que estamos hablando de una mujer enamorada, una mujer que tiene una relación humana y carnal con un hombre. Y que yo sepa, lo que quiere y desea una mujer y un hombre en esta situación, es compartir su vida en ese amor, porque se aman.
    Merton obvió sus “condiciones” o “condicionamientos” para vivir ese amor por unos meses. No hubiera salido la tierra de su órbita, ni Dios de su alma, si hubiese decidido compartir el resto de su vida con Margie, optando por dejar de ejercer oficialmente su profesión. Digo “oficialmente”, porque sacerdote lo hubiera sido para siempre, como otros muchos que optan por el amor y la mujer de la que se enamoran.
    En fin, hizo lo que quiso, o lo que más le convenía, o lo que le dejaron hacer, no se puede saber a ciencia cierta la verdad, si es que hubo sólo una. Dio las explicaciones y apeló a las causas humanas y divinas que consideró oportuno dar para romper esa relación. Y Margie tuvo que cargar con esa decisión, y vivir su calvario. Y digo calvario porque conozco a alguien que lo está viviendo. Y puedo decir que aunque su particular “Merton” le ha dado similares y bellísimos argumentos, para esa mujer no está siendo ninguna joya ese amor. Más bien una piedra atada al cuello…
    La sed, para el que bebe, puede resultar muy poética y sugestiva, pero no lo es para la persona que la padece.
    No se puede manipular la espiritualidad, la religión, las creencias, la fe, de tal modo que lleguen a crear sufrimiento a personas. Y todo para justificar una institución, su gobierno y sus normas. Para mantener el poder y el control sobre otras personas.

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