“Para su existencia la sociedad depende de la inviolable
soledad personal de sus miembros. La sociedad, para merecer tal nombre, no
debe componerse con números o unidades mecánicas, sino con personas. Ser una
persona implica responsabilidad y libertad, y ambas implican cierta soledad
interior, un sentido de integridad personal, un sentido de la propia realidad y
la propia capacidad de brindarse a la sociedad, o de rechazar tal don.
Cuando los hombres son sumergidos en una masa de seres
humanos impersonales impulsados por fuerzas automáticas, pierden su genuina
humanidad, su integridad, su capacidad de amar, si idoneidad para la
autodeterminación. Cuando la sociedad se compone de hombres que no conocen
soledad interior alguna, no es posible que sea aglutinada por el amor; y en
consecuencia es sustentada por una autoridad violenta y abusiva. Pero cuando
los hombres son violentamente despojados de la soledad y la libertad que
constituyen su patrimonio, la sociedad en que viven se vuelve pútrida,
supura servilismo, resentimiento y odio.
Ningún caudal de progreso tecnológico curará el rencor
que siempre devora lo vital de una sociedad materialista como un cáncer
espiritual. La única cura es, y siempre
será, espiritual. No sirve de mucho hablarles sobre Dios y el amor a los hombres, si no están en
condiciones de escuchar. Los oídos con que uno escucha el mensaje del
evangelio están ocultos en el corazón humano, y estos oídos nada escuchan a
menos que sean favorecidos por cierta soledad y silencio interior”.
El pensamiento de Thomas Merton nos conduce a las razones por las cuales hoy vivimos un permanente estado de desacralización y relativismo.
ResponderEliminarMerton señala con tanto acierto la necesidad se soledad y libertad como requisito para ser realmente un ser social, pensamiento agudo y penetrante,sobre todo si pensamos cuàntas veces, en aras de la justicia social, se pretende anular la individualidad, diferente al individualismo, sólo en la soledad somos cponscientes de nuestro ser único y del ser único del semejante, del prójimo, ese tiene que ser el tejido de una verdadera sociedad de justicia.
ResponderEliminarSiempre me apasiona Merton con su clara humanidad.
Saludos