“El gran regalo que se me dio ese octubre en el orden de la
gracia fue el descubrimiento de que la Florecita era realmente una santa, y no una santa muda como una muñeca en las imaginaciones de muchas ancianas
sentimentales. No sólo era santa, sino una gran santa, una de las mayores:
¡Tremenda! Le debo toda clase de disculpas y reparación por haber ignorado su
grandeza durante tanto tiempo.”
THOMAS MERTON.
“Teresa de Lisieux viene a decirles a sus contemporáneos, a
su siglo y al nuestro, que el Dios de Jesucristo no tiene nada que ver con un
ave de presa; que Dios ama apasionadamente al hombre; que amarle no es ponerse
en manos de alguien que nos posee como un amo; que no es, en primer término,
despreciar nuestra vida de hombres, sino estimularla, como Él mismo la estima.
Teresa coincide con la gran tradición hebrea de la ternura de Dios para con el
hombre –al revés de los dioses griegos, impasibles e indiferentes-, un Dios que
se alía a los hombres. ¿No se designa en la Biblia el amor que Dios profesa al
hombre con el plural rahamin, entrañas?
Esa emoción que le hace a uno estremecerse en lo más profundo de su ser
es un amor vulnerable, un amor de ternura.
Al mismo tiempo, descubre en el hombre el gusto por
responder a Dios, por responderle con pasión. Si Dios es ese Dios compañero de
los caminos del hombre, si es un Dios vulnerable, entonces es un auténtico
compañero que desea el amor del hombre. ¿No es evidente que ese mensaje de la
experiencia de un combate con Dios, en emulación de un amor cada vez más
profundo entre un Dios y un hombre que no odian su existencia recíproca, que
están desarmados el uno frente al otro, que con una libertad recíproca se dan,
digamos, la existencia el uno al otro, no es evidente que esta experiencia
coincide con lo que agita al presente el fondo de la humanidad, el deseo de ver
liberada la creatividad última del hombre?
..Era inaguantable el Dios preconizado por tantos cristianos.
La vida de Teresa es un grito de rebeldía contra ese supuesto Dios propietario
y captador que se representaba; contra ese Dios aristócrata que solo se interesaba
por quienes son santos desde la infancia o poseen un psiquismo equilibrado que
les permite alcanzar una alta perfección moral.
Teresa, que conoció la noche de la neurosis y se reconoció hermana de
los criminales y pecadores; Teresa responde a la voz de Dios que llama a las
gentes de las calles y las plazas y a todo el mundo –a todos nosotros- a los
(discapacitados), a los angustiados, a los desafortunados, a los desamparados,
a los desesperados…
¿Ha muerto hoy el ‘Dios potentado’? Me temo que no. Hoy se
sigue presentando al Dios de Jesucristo como un amo siempre suspicaz, dispuesto
en todo momento a condenar. ¿No leemos todavía con frecuencia que si nuestro
mundo se encuentra tan bajo y tan cerca de la catástrofe se debe a su castigo
por haberse separado de Dios? ¡Siniestra mancha del rostro joven y gozoso del
Dios de Jesucristo!..¿Seguirán ciertos escribas muertos de miedo –al contrario
de aquella muchacha, de un valor insobornable- haciéndola morir y apartando al
pueblo cristiano del agua viva y del fuego devorador que es la vida de Teresa?”
JEAN FRANCOIS SIX. La verdadera infancia de Teresa de Jesús.
Neurosis y santidad. Herder 1982.