martes, 17 de diciembre de 2024

PERSEGUIR UNA SANTIDAD AJENA

"La perfección no es algo que puedas adquirir como un sombrero: entrando en una tienda, probando varios y saliendo diez minutos más tarde con uno que ajuste bien en la cabeza. Sin embargo, hay personas que entran en un monasterio con esta idea. Están ansiosos por probarse el primer sistema disponible y pasar el resto de su vida con esa cosa en la cabeza. 

Devoran libros de piedad indistintamente, sin pararse a considerar cuánto de lo que leen conviene, o puede aplicarse, a su propia vida. Su principal preocupación es adquirir tantas muestras externas como sea posible y decorar su persona con los rasgos que tan rápidamente han llegado a asociar a la perfección. Y se pasean con ropa cortada a la medida de otras personas y situaciones

Si hacen esta tarea esmeradamente, es fácil que sus disfraces espirituales sean muy admirados. Como los artistas de éxito, se vuelven comerciales. Tras esto, no hay mucha esperanza para ellos. Son buena gente, sí; pero están fuera de su sitio y se desperdiciará gran parte de su bienintencionada energía. Han llegado a estar satisfechos con su propia marca de santidad y con la perfección que tejieron para sí con los hilos de su propia imaginación

Y Dios mismo, que deseaba crear su especial perfección y su gozo, habrá de aguardar a que pasen por un laborioso purgatorio antes de poder hacerlo finalmente".

Thomas Merton
Semillas de contemplación

EL SECRETO DE MI IDENTIDAD ESTÁ EN DIOS

"El secreto de mi identidad está oculto en el amor y misericordia de Dios. Pero todo lo que hay en Dios es realmente idéntico a Él mismo; pues Su infinita simplicidad no admite división ni distinción. No puedo, pues, esperar encontrarme a mí mismo en ningún sitio distinto de Él. 

En último término, el único modo como puedo ser yo mismo es identificándome con Aquel en quien está oculta la razón y consumación de mi existencia. 

Así, pues, sólo hay un problema del que toda mi existencia, paz y felicidad dependen: descubrirme descubriendo a Dios. Si Lo encuentro, me encontraré, y si encuentro mi verdadero yo, Lo encontraré a Él. 

Pero, aunque esto parece sencillo, es en realidad inmensamente difícil. De hecho, si estoy abandonado a mí mismo, será absolutamente imposible. Pues, aunque algo puedo conocer de la existencia y naturaleza de Dios por medio de mi razón, no hay modo racional y humano de alcanzar ese contacto, esa posesión de Él que será el descubrimiento de quien es Él realmente y de Aquel en quien yo soy. 

Es esto algo que ningún hombre puede lograr solo. 
Ni pueden todos los hombres y todas las cosas creadas ayudarlo en esta obra. 
El único que puede enseñarme a hallar a Dios es Dios, Él mismo, Él solo".

Thomas Merton
Semillas de contemplación

lunes, 9 de diciembre de 2024

LA ÚLTIMA ETAPA DEL VIAJE A GETSEMANÍ

 

"Bajé al andén de la estación de Louisville, y salí a las calles con un sentimiento de triunfo, rememorando la vez que antes había venido por aquí, la Pascua anterior. Era tan feliz y estaba tan eufórico que no miraba adónde iba y entré en la sala de espera equivocada, cuyas sombras, llenas de hombres negros, se mostraba algo tirantes de resentimiento. Salí apresurado, con excusas. 

 El autobús de Bardstown estaba casi lleno; encontré un asiento algo destrozado y emprendimos la marcha hacia el campo invernal, la última etapa de mi viaje por el desierto.

 

Cuando finalmente me apeé en Bardstown, me halle al otro lado del camino, frente a un puesto de gasolina. La calle estaba vacía, como si todos estuvieran durmiendo. Pero enseguida vi a un hombre en el puesto de gasolina. Me acerqué y pregunté dónde podría encontrar a alguien que me condujera a Getsemaní. Al momento se puso el sombrero, puso en marcha su coche y abandonamos la ciudad por un camino recto, a través de un terreno llano de campos vacíos. No era el paisaje de Getsemaní. No pude orientarme hasta que aparecieron unas colinas bajas, melladas y boscosas, a la izquierda del camino, y dimos una vuelta que nos llevó a un terreno ondulante y arbolado.

 Entonces vi aquel alto capitel familiar.

 Toqué la campanilla de la puerta. Sonó una nota apagada, sorda, dentro del patio vacío. El conductor subió a su coche y partió. Nadie venía. Pude oír a alguien que se movía dentro de la casa. No llamé de nuevo. Enseguida se abrió la ventana y el hermano Matthew asomó entre los barrotes, con sus ojos claros y barba grisácea.

-¡Hola, hermano!- dijo. Me reconoció, miró la maleta y agregó-: ¿Esta vez ha venido para quedarse?

-¡Sí, hermano, si usted quiere rezar por mí! -dije.

 El hermano asintió con la cabeza y levantó su mano para cerrar la ventana.

 -Eso es lo que he hecho -dijo-, rezar por usted".


Thomas Merton

La montaña de los siete círculos

EN EL CUERPO MÍSTICO DE CRISTO

"Al fin, voy a poder estar en el lugar donde perteneceré por entero a Dios y a nadie más por debajo de Él, como un escritor dotado de estatuto jurídico. Supongo, pues, que habrá algunos problemas con el tema de la escritura y que en adelante no tendré muchos problemas con todo lo demás. Harlem no es para mí. Ni tampoco un colegio. Ni Nueva York. 

Probablemente salga para Kentucky el día de Santa Lucía (próximo sábado). Iré bien acompañado de oraciones. No tengo palabras para expresar las cosas que tendría que decir sobre este asunto, como no sean palabras propias del lenguaje del amor: Él me enseñará allí a utilizar ese lenguaje como un niño y un santo. Mientras tanto, no puedo hablar de Él, que es lo único que me interesa como tema de conversación. 

Mientras yo cante en la gran iglesia, en Él estarán también Lax, Gibney, Seymour, Slate, Rice, Gerdy, Knight, Huttlinger y Van Doren y la Baronesa y Mary Jerdo y mi hermano y mi tío y mi tía y mi padre y mi madre, ya fallecidos, y Bramachari y todo el cuerpo místico de Cristo, todos y cada uno: Roger, Gil, toda la gente, Jinny, Lilly. Toda la gente. Los vivos y los muertos. Todos los días, todos los tiempos, todas las edades, todos los mundos, todos los misterios, todos los milagros...

Thomas Merton
Carta a Robert Lax

sábado, 7 de diciembre de 2024

CUANDO EL "YO" ES PROTAGONISTA

"La historia de los grupos humanos –incluidos los grupos religiosos– está llena de luchas por cuestiones de poder o preeminencia. Si bien la lucha era ya el modo de establecer la jerarquía dentro de diferentes especies animales, con la emergencia de la mente, se exacerbará. La mente va a dar lugar al nacimiento del yo que, progresivamente, irá ocupando un lugar cada vez más central y protagónico. 

El yo vive únicamente para subsistir o, si se prefiere, para mantener la ficción de su existencia. Pero como es absolutamente vulnerable y, en última instancia, vacío, no tiene otro camino que la apropiación de todo lo que le rodea, y el recurso al poder como medio de exorcizar la inseguridad que lo atenaza. Por eso, mientras el protagonista sea el yo, todo lo demás vendrá de su mano. No habrá, por tanto, salida, sino cuando comprendamos que no somos ese yo. 

Lo que llamamos “yo” es solo un “punto” pequeño dentro de una identidad más amplia, la “red” total que incluye todo. Si acallas la mente, trascenderás el mundo de las formas y percibirás la consciencia común que las contiene".

Enrique Martínez Lozano