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miércoles, 3 de febrero de 2010

Krishnamurti.


Algún lector del blog me pregunta por K. Se trata de Jiddu Krishnamurti, uno de los grandes maestros espirituales del pasado siglo XX, cuyas conferencias y escritos inspiraron a miles de personas. Fue Ramón Martín el que me introdujo en la lectura de K, y creo que ha sido uno de los que mas ha contribuido a la purificación de mi fe. K no es cristiano, y de hecho es crítico con todas las manifestaciones religiosas de la humanidad, pero un lector inteligente sabe aprovechar sus enseñanzas para crecer en su propio camino espiritual, dejando atrás los elementos secundarios o culturales que se adhieren, inevitablemente, a la religión. Cuando leemos autores a escuchamos maestros de caminos espirituales diversos no podemos hacerlo pasivamente, asumiendo y aceptando todo lo que escuchamos, pero podemos aprovecharnos de muchos aspectos positivos que contribuirán a afianzar nuestra propia experiencia religiosa.

Algunos títulos de Krishnamurti que puedo recomendar por haberlo leído:

“Amor, sexo y castidad”, “Antología básica”, “El libro de la vida” (meditaciones diarias), “Cartas a las escuelas” I y II, “Libertad total”; todos los títulos anteriores han sido publicados por ediciones KAIROS.

Un texto sugerente:
“Nuestro cerebro es un instrumento extraordinario de enorme energía y capacidad. Miren lo que ha hecho en el mundo exterior, en el mundo que nos rodea. Lo ha dividido en diversas razas, religiones y nacionalidades. Ha hecho esto para tener seguridad. Ha buscado esta seguridad en el aislamiento religioso, político y económico, en la unidad de la familia, en las pequeñas comunidades y asociaciones. Ha buscado esta reacción protectora en las organizaciones y en las clases gobernantes.
El nacionalismo ha sido una de las principales causas de la guerra. Nuestros políticos se interesan en mantener el nacionalismo con su economía y de ese modo practican el aislamiento. Donde hay aislamiento, tiene que haber oposición, agresión… ¿Será porque siempre hemos dependido de agentes externos, de fuerzas externas para poner nuestra casa en orden, para controlar y moldear nuestras vidas?” (De: “Carta a las escuelas II”, 27).

1 comentario:

San dijo...

Un texto muy jugoso, da mucho que pensar. De cada línea se puede sacar abundante “zumo” para la reflexión del cómo, por qué y para qué clasificamos todos nuestros mundos. Nos interpela a que cuestionemos muchas de nuestras protecciones y seguridades. Esto siempre es un buen paso para crecer en libertad. Una excelente carta a la “escuela de la vida”. Gracias por traer a K, Manuel.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.