jueves, 29 de marzo de 2007

Quiero ser dócil.

“Quiero volverme totalmente dócil, para aprenderlo todo de Ti”. (Isabel de la Trinidad”.

“Porque no fue su espada la que ocupó la tierra,
Ni su brazo el que les dio la victoria,
Sino tu diestra y tu brazo y la luz de tu rostro,
Porque Tú los amabas”. (Salmo 43)

¿Cómo ser dócil a la Palabra de Dios, escuchada cada día? ¿Cómo volverme sensible a esa Palabra, de manera que ella vaya dejando en mí un sedimento de vida, una fuerza nueva, que me permita rechazar el mal y abrazar el amor que Dios me ofrece? Ser sabios, no en sentido humano, sino divino. Un saber fundado en el Amor, fuente de la verdadera LIBERTAD, Y QUE BUSCA HACER SIEMPRE LA VOLUNTAD DE Dios.
Alimento la certeza del Amor de Dios como la única solución a mi compleja situación, interior y exterior. Es el amor de Dios el que nos permite vencer; es su fidelidad, su paciencia y su misericordia. Yo no he sido dócil, pero he querido, anhelado serlo. Y por eso he padecido.

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