
“La vida contemplativa se vuelve terriblemente pobre y monótona, si se pasan varios días seguidos sin pensar de manera explicita en la Pasión del Señor. No quiero decir que sea necesariamente preciso meditar, pero sí, al menos, considerar con amor y humildad a Cristo en la Cruz. Porque Su cruz es la fuente de toda nuestra vida, y sin ella la plegaria se seca y todo muere”. (SJ, 2 de enero de 1950)
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