
"Que el hombre madure, que se emancipe, es un proceso de desarrollo que no se cumple por sí mismo, como ocurre en el ámbito de la naturaleza con la maduración de un fruto, sino que requiere su colaboración. En el campo de los impulsos naturales, basta con admitir el movimiento que se deja sentir para que se cumpla el deseo. Basta con dejarse llevar por el impulso que nos mueve con su fuerza elemental para que se siga el cumplimiento del instinto. En el terreno del espíritu eso es completamente diferente. También aquí, seguir el impulso es la premisa para el movimiento. Pero la onda del movimiento se aplana si el hombre no toma aquello que le “toma” a él, si él no decide hacer realidad aquello que le mueve, siéndole fiel, y si no se empeña en seguir lealmente ese movimiento. Progresar en la realidad espiritual supone siempre transformarse. Toda transformación exige abandonar algo que corresponde a una forma de vida aceptada hasta entonces. Ocurre así cuando, por ejemplo, se deja un hábito, una exigencia, un punto de vista o una posición teórica o práctica (incluso, si se ha ganado tras ardua lucha). A fin de cuentas, de lo que se trata es de abandonar la preponderancia natural de una concepción de la vida formada a partir del yo existencial. Porque dejar todo aquello a lo que, por costumbre, se estaba naturalmente unido es difícil, la transformación espiritual supone y es trabajo, siempre trabajo, ejercicio y siempre ejercicio. Ello no sólo requiere una práctica interior, sino también un ejercicio que abarque la forma de estar, por consiguiente un ejercicio del cuerpo. Una práctica fundamental que tiene como sentido la transformación es la meditación". (K.G. Dürckheim).
Este es un gran autor, con una sabiduría muy especial, y aunque no sea expresamente cristiano (no sé hasta que punto comulgaba con el cristianismo) su enseñanza puede ayudar muchísimo a alcanzar una experiencia de Dios en la interioridad. Recomiendo sus libros.
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