viernes, 26 de octubre de 2007

Tenemos un trabajo que realizar.


“Lo más importante de todo: la vocación creativa del hombre a preparar, conscientemente, el triunfo definitivo de la Sabiduría Divina. El Hombre, el microcosmos, el corazón del universo, es quien está llamado a efectuar la fusión de los procesos cósmico e histórico en la invocación final a la sabiduría y el amor de Dios. En nombre de Cristo y por su poder, el hombre tiene un trabajo que realizar: ofrecer el cosmos al Padre, por el poder del Espíritu, en la Gloria de la Palabra. Nuestra vida es un poderoso Pentecostés en el que el Espíritu Santo, siempre activo en nosotros, trata de llegar mediante nuestras manos y lenguas inspiradas al corazón mismo del mundo material creado, para espiritualizarlo mediante la acción de la Iglesia, Cuerpo Místico de la Palabra Encarnada de Dios”.
Thomas Merton, Diarios, 1957.


Ciertamente, tenemos un trabajo que realizar, y es arduo descubrir cuál es nuestra tarea en el proyecto de Dios para la humanidad. No hay tarea pequeña, y requiere no sólo voluntad, sino también CONFIANZA.

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