lunes, 10 de noviembre de 2008

Ni diablo ni ángel.

Un aspecto importante en la vida espiritual es el conocimiento propio, y así lo han presentado los maestros espirituales de todos los tiempos. Teresa de Ávila hace una descripción preciosa de la interioridad humana cuando hace la comparación con el "castillo interior" y sus moradas, hablando de la hermosura del alma. Es muy importante saber quiénes somos los que nos adentramos en la senda espiritual, y no cargar las tintas en el tema de la culpa y el desprecio hacia lo carnal. A propósito de esto, un pasaje de Merton, en el que rescata la bondad del ser humano y su capacidad para el bien.
"La naturaleza humana no es maligna. No todo placer es desaconsejable. No todos los deseos espontáneos son egoístas. La doctrina del pecado original no pretende afirmar que la naturaleza humana esté completamente corrompida y que la libertad del hombre se incline siempre al pecado. El hombre no es ni un diablo ni un ángel. Ni es un espíritu puro, sino un ser de carne y espíritu, sujeto a error y malicia, pero profundamente inclinado a buscar la verdad y la bondad. Es, desde luego, un pecador, pero su corazón responde al amor y a la gracia. Y también responde a la bondad y a las necesidades de sus semejantes".


Thomas Merton. "Vida y santidad".

3 comentarios:

  1. Hola hermano muy hermoso tu blog.
    Comparto algo que escribi leyendo semillas de contemplacion.
    Es como si mi alma fuese un campo que recibiera
    Es como si mi alma fuese un campo que recibiera grandes volquetes atiborrados de semillas de Ternura e indulgencia divinas, y lo descargarían quedando revestida por aquellas simientes.

    Experimento absorta su belleza en el Amor que llega.

    Todo Es y florece Dios.


    Siento que soy nutrida a través de la Palabra

    El Verbo me colma, me resguarda, me sustenta.

    El Altísimo Cordero de Dios me vigila, a través de tu paternidad angélica ; sembrando en mi alma, semillas de Verdad, con dignidad y grandeza.

    .
    Y puedo expresar como escribe Merton :

    He aquí lo que Dios quiso para mí. Y agrego:

    He aquí mi gozo y mi alegría en el Señor dueño de mis días.




    Santidad y amor
    Adriana

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  2. P.Manuel,
    Gracias, esta reflexión me ayuda a integrar todo en el Amor profundo de Dios hacia todos los seres humanos que somos carne y espíritu a la vez, santos y pecadores, pero ni diablos ni ángeles, por suerte!
    Voy a volver a leer el "castillo interior", gracias por mencionarlo aquí.

    Inés

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  3. Superar los dualismos, he aquí una tarea compleja y necesaria. Ciertamente el hombre va de un extremo a otro, pero es CAPÁZ de lo mejor, y eso le engrandece.

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