lunes, 19 de enero de 2009

El sueño de Karl Barth.

"Karl Barth tuvo un sueño sobre Mozart.
A Barth siempre le había picado el catolicismo de Mozart y su rechazo del protestantismo. Pues Mozart decía que "El protestantismo estaba todo en la cabeza" y que "Los protestantes no sabían lo que quería decir agnus dei qui tollis peccata mundi".
Barth, en su sueño, era designado para examinar de teología a Mozart. Quería hacerle un examen todo lo favorable que pudiera, y en sus preguntas aludió señaladamente a las misas de Mozart.
Pero Mozart no respondió ni palabra.
Me conmovió profundamente el relato de Barth sobre su sueño y casi estuve a punto de escribirle una carta sobre él. El sueño se refiere a su salvación, y quizá Barth se esfuerza en admitir que se salvará más por el Mozart que hay en él mismo que por su teología.
Todos los días, durante años, Barth ha tocado música de Mozart por la mañana antes de ponerse a trabajar en su dogmática: quizá tratando inconscientemente de despertar el oculto Mozart sapiencial que hay en él mismo, la sabiduría central que se armoniza con la música divina y cósmica y que se salva por la vida, más aun, por el eros. Mientras, el otro yo, el teologíco, al parecer más interesado por el amor, capta un ágape más severo y cerebral: un amor que, después de todo, no está en su corazón sino sólo en Dios y se revela sólo a nuestra cabeza.
Barth dice, también significativamente, que "es un niño, y hasta un niño divino quien nos habla en la música de Mozart". Algunos, dice, consideraban a Mozart un niño en cuestiones prácticas (pero Burckhardt "se opuso seriamente" a este modo de ver). Al mismo tiempo, a Mozart, niño prodigio, "nunca le dejaron ser el niño en el sentido literal de la palabra". A los seis años dio su primer concierto.
Sin embargo, siempre fue un niño "en el sentido más alto de la palabra". ¡No temas, Karl Barth! Confía en la misericordia divina. Aunque has crecido y has llegado a ser teólogo, Cristo sigue siendo un niño en tí. Tus libros (y los míos) importan menos de lo que creemos. Hay en nosotros un Mozart que será nuestra salvación".
Thomas Merton.
Conjeturas de un espectador culpable.

3 comentarios:

  1. Merton cita a un gran teólogo del siglo XX, para Pío XII el más importante tras Tomás de Aquino. Y me parece hermosa la anécdota que transcribe en su libro, que nos descubre la grandeza y la fuerza salvadora de la palabra niño. Benditos los niños grandes y las niñas eternas.
    Balthasar, otro teólogo, describe la teología de Barth de la siguiente manera:“La teología de Barth es hermosa. En el sentido literario,porque Barth escribe bien. Escribe bien, porque reúne dos condiciones: pasión y objetividad. Pasión por la causa de la teología, y objetividad como un estar sumergido en su objeto: la revelación de Dios en Jesucristo. Según Balthasar, Barth contradice la tesis de Kierkegaard de que entre lo estético y lo religioso-ético existe una separación. La Kirchliche Dogmatik de Barth es comparable a una composición de Mozart. Está repleta de bondad y humor, abundan el gusto y el ritmo. Resuena algo de la soberana serenidad que indica que su autor está totalmente convencido del triunfo de la fe. De hecho, la música de Mozart acompañó al teólogo suizo durante toda su vida.”
    Ojalá que las palabras, teologías y espiritualidades de los maestros se revelen en la pasión, objetividad y verdad con las que vivimos y actuamos.

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  2. En los sueños se revelan las aspiraciones más ondas de una persona, y se descubre el mundo del inconsciente. Es interesante ver como Merton lee el sueño de Barth, de modo que cualquiera de nosotros puede pensarse a sí mismo también a partir de aquí, y entenderse un poco mejor, y clarificar su fe.

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  3. perdonen, se me saltó una "h"; quise decir "Hondas", de hondura, de profundidad.

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