
"En el refectorio, en vez de leer (por un día, o poco más) están poniendo una de esas cintas litúrgicas, una exhortación grabada en cinta sobre la liturgia, de alguna conferencia o congreso sobre el tema. Es una arenga ensordecedora, que nos atruena a todos los oídos. El material en sí mismo no es malo: el planteamiento normal sobre la teología de los misterios de Cristo en la liturgia; normal, al menos, desde Mediator Dei. Claro que nada más allá o además de Mediator Dei.
Pero ¡el estruendo, el énfasis! Todo se machaca con los dos puños. No lo creería posible, pero así es. Constantemente se recalca con pasión la CU-RUZ (Así se subraya la palabra CRUZ: en dos sílabas y aterrizando con los pies juntos en la segunda.)
Uno de los monjes más viejos se harta y se va del refectorio, dando un portazo. No exactamente virtuoso, pero plenamente comprensible.
¡Pontífices! ¡Pontífices! ¡Somos todos pontífices, arengándonos unos a otros, blandiendo nuestros báculos unos contra otros, dogmatizando, amenazando con anatemas!
Recientemente, en el breviario, tuvimos un santo que, en punto de muerte, se quitó las vestiduras pontificales y se salió de la cama. Murió en el suelo, lo cual está muy bien: pero apenas hay tiempo de sentirse edificado con eso, porque uno está todavía cavilando sobre el hecho de que tuviera vestiduras pontificales en la cama.
Examinemos nuestra conciencia, hermanos: ¿Llevamos la mitra puesta hasta en la cama? Me temo que a veces sí.
Reflexiones tras esta atronadora cinta: simpatía hacia Péguy, hacia Simone Weil, que prefirieron no estar en medio de la página católicamente aprobada y bien censurada, sino sólo en el margen. Y se quedaron ahí como signos de interrogación: poniendo en interrogación no a Cristo, sino a los cristianos".
"Conjeturas de un espectador culpable"
Thomas Merton.
Sin duda que el buen humor de Merton ayuda a discernir por dónde se despliega el Espíritu cristiano.
ResponderEliminarEs una gran riqueza ver las cosas con este humor, ayuda a descubrir a los que permanecen entre signos de interrogación señalándonos al Maestro, a Jesús.
Gracias,
ínés
Ante este fragmento de Merton sólo una digo una palabra: ¡genial!.
ResponderEliminarY tomo las de León Felipe:
"...como tú,
canto que ruedas
por las calzadas
y por las veredas;
como tú,
guijarro humilde de las carreteras;
como tú,
que en días de tormenta
te hundes
en el cieno de la tierra
y luego
centelleas
bajo los cascos
y bajo las ruedas;
como tú, que no has servido
para ser ni piedra
de una lonja,
ni piedra de una audiencia,
ni piedra de un palacio...".
No voy a ser original en esto. Me copio de SAN: GENIAL!
ResponderEliminarSaludos Manuel!
Es una cualidad de Merton que eleva a un nivel superior su capacidad intelectual: me refiero a su sentido del humor, a su fina ironía, que desmonta ciertos posicionamientos "espirituales". A veces bajo el disfraz de lo santo se esconden otras cosas, por eso es importante esa visión crítica y desenfadada. Y ello no daña su honda visión espiritual, para nada, sino que eleva.
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