
De Dorothy Day escribió recién otra mujer, Joan Chittister (monja benedictina de Erie, Pensilvania):
"Lo que siempre me ha gustado de Dorothy Day es que ella fue una más entre las personas a las que dedicó su vida. No fue una filántropa de la zona residencial. No fue una monja que buscaba una buena obra para hacer. No fue una burócrata del gobierno que distribuía dinero y luego se tomaba el tren para volver a su barrio rico.
Ella fue real. Madre soltera, ciudadana desilucionada, mujer pobre, feligresa rebelde, observadora desempleada de la raza humana. Había abandonado la Iglesia. Había vivido en un edificio de viviendas de alquiler del que se habría avergonzado en su infancia. Se había hecho un aborto, y más tarde dado a luz a una hija sin estar casada. HAbía trabajado mucho para no ganar nada y vivir en un apartamento barato y miserable porque no podía costearse algo mejor. Si no hubiera sido por la gracia de Dios, Dorothy Day podría haber sido la pordiosera por excelencia.
Había dejado todos los lugares a los que vale la pena pertenecer cuando lo que importa en la vida son las credenciales... pero si podemos considerar a Dorothy Day un modelo de algo es ciertamente porque su vida no terminó hasta que terminó. Lo que Dorothy Day extrajo de las cenizas de su vida es un monumento a la vida".
("Vidas de Fuego". LUMEN-EDIBESA, 2006)
Robert Ellsberg apunta también en el libro que ya conocemos:
"El enigma de Dorothy Day fue su habilidad para reconciliar sus posiciones sociales radicales con una piedad tradicional y casi conservadora. Su compromiso con la obediencia, la pobreza y la castidad era tan firme como los de cualquier monja. Mas permaneció completamente inmersa en el mundo secular, con toda la precariedad y el desorden provenientes de una vida entre los pobres. Su santa favorita era Santa Teresita de Lisieux, la joven monja carmelita cuyo "caminito" señalaba la senda a la santidad dentro de nuestras ocupaciones cotidianas. De ella tomó Day la comprensión de que cualquir acto de amor podía contribuir al equilibrio del amor en el mundo, cualquier sufrimiento soportado por amor podía aliviar el peso de otros; tal era el misterioso lazo con el Cuerpo de Cristo".
Esa fue la santidad que vivió esta mujer, la de combinar justicia y caridad, la de ver a Cristo en los pobres y dar la vida por ellos, la de recordar a la Iglesia donde estaba su mayor tesoro.
Acerca de la santidad escribió:
"Todo lo que he leído de niña sobre los santos me ha emocionado. Podía advertir la nobleza de entregar su vida a los enfermos, a los inválidos, a los leprosos...Pero había otra pregunta en mi mente. ¿Por qué se hacía tanto por remediar el mal en vez de evitarlo, en primer lugar?... ¿Dónde había santos que intentaran cambiar el orden social, que no sólo ejercieran su ministerio con los esclavos, sino que intentaran erradicar la esclavitud?".
Puedes leer más sobre Dorothy Day en : "La Larga Soledad. Autobiografía". Sal Terrae.
Te saludo cariñosamente Padre Manuel. Gracias por mostrarnos tantos testimonios de vida de gente como uno, que fueron felices porque encontraron razones para vivir. Dorothy construyó su vida con sus propias cenizas. Agarrada a su valores y a su fe en Dios. No fue destruída por las tribulaciones ni por las contrariedades.Comprendió su finalidad y propósito en la vida, descubrió la voluntad de Dios, y caminó hasta el final seguiendo el ideal o sentimiemto más profundo que constituía su razón de ser:Escogió amar. Bendiciones,
ResponderEliminarCarmen
Esto es lo que la Iglesia necesita siempre, en cada tiempo, con urgencia: testigos.
ResponderEliminarDe Dorothy Day pueden decise muchas cosas más; quizá escriba algo más en estos días. Lo singular de estas figuras proféticas es que en su momento histórico pasaron por personas difíciles y conflictivas, gente rara, incapaces de insertarse en el tejido institucional. Luego, con el tiempo, sus valores se reconocen de alguna manera o se asumen, y entonces esa figura se mira desde otra optica. Dorothy Day está reconocida como sierva de Dios, es decir su vida está en proceso de reconocimiento público de santidad por parte de la Iglesia Católica.
ResponderEliminar