
En "Contemplation in a world of Action" (Publicado en español como "Acción y contemplación", Kairós 1982), Thomas Merton dedica un primer capítulo a comentar acerca de "La vocación y el pensamiento moderno". De este hemos tomado algunos pasajes para compartir en esta entrada:
"Vivimos en una cultura que, al mismo tiempo que proclama su humanismo y pretende de hecho glorificar más que nunca al hombre, en realidad constituye un insulto sistemático y casi cínico a la humanidad de este".
"El siglo XIX declaró que Dios había muerto y ahora el XX, en consecuencia, ha descubierto que sin Dios el propio hombre duda de la validez y del significado de su propia existencia. Al "morir Dios", también murió algo en el hombre. Si no resucitamos a estos muertos (que son nuestro propio ser muerto) con la palabra del Evangelio, tan sólo consagraremos muertos a un "Dios muerto". Y los que vengan a nosotros se preguntarán de qué puede servirles buscar a los vivos entre los muertos"
"Se ha dicho que la sublevación contra el cristianismo es una especie de "juicio" pronunciado en y por la historia sobre la incapacidad que han mostrado los cristianos para cumplir en su momento las exigencias de la Palabra de Dios"
"Los ideales humanistas y personalistas del pensamiento moderno no siempre resultan radicalmente incompatibles con el ideal cristiano. Debemos ser capaces de "rescatar" y "redimir" aquellas aspiraciones que son propias y auténticas del cristianismo, incluso si se hallan enterradas en una matriz atea".
"Las "respuestas" que busca y necesita el hombre moderno no son las expresadas con límpias fórmulas verbales o en un sistema construido lógicamente. En su propio ser existe una profunda desconfianza de la lógica y del sistema. Su necesidad y su esperanza residen en un mundo de paradojas al que no puede llegar la lógica estricta, ya que se trata del reino de lo personal y de lo único"
Merton vivió en una época de cambios radicales, y sus escritos son un intento de actualización de un mensaje predicado durante siglos. Aquí parece intentar vincular cristianismo y modernidad, o cristianismo y humanismo. Es el tema vocacional, que desafía siempre a las viejas instituciones. Es una pena que estos profetas no sean más escuchados.
ResponderEliminarEstoy seguro de que el día que empecemos a entender así la religión, ese día la religión no será cosa sólo de mujeres y de personas mayores. Será sin duda la cuestión capital para todos. Porque la religión dejará de ser la pesada carga que separa y divide, que canoniza a unos y se olvida de otros, que amenaza a casi todos y pone pedestales a no pocos ambiciosos. Entonces la religión empezará a ser el gran Proyecto de la Humanidad.
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ResponderEliminarSalvando la diferencia de época, y otras distancias, entre Merton y el autor (J.M. Castillo) del escrito que transcribo, creo que van en una línea similar.
“Un estudio reciente de la Fundación Bertelsmann sobre los valores religiosos, ha puesto de manifiesto que la religiosidad está presente en la sociedad como una música de fondo.
La religión dejará de ser “música de fondo”, para muchos, el día que se convierta en “gozo de felicidad”, para todos, el día que los dirigentes y practicantes de la religión comprendamos, de una vez por todas, que la religión se puede vivir de otra manera. Es más, que se debe vivir de forma distinta.
Lo digo sin rodeos: el Evangelio, más que un libro de religión, es un libro que enseña las claves de la vida. O mejor, el Evangelio es el “recuerdo peligroso de la libertad”. Se trata de la libertad que cuestiona nuestros miedos, nuestras represiones, nuestras inseguridades, nuestros irracionales sentimientos de culpa, nuestros desalientos, nuestras cobardías. Y también nuestras seguridades.
Por eso el Evangelio es “memoria subversiva”, que nos descubre horizontes nunca imaginados. Porque nos dice que, cuando hacemos de nuestra vida un proyecto de felicidad, o sea, cuando sabemos aunar los sueños y anhelos de muchos, para fundirlos en sonrisas de alegría compartida, sin reproches ni amenazas, sin yugos que oprimen nuestras espaldas, sino con el disfrute y el encanto de la gran fiesta de todos, entonces - y sólo entonces - estamos entendiendo eso que llamamos “Evangelio”, la Religión de Jesús, el Proyecto de la Humanidad, aquello en lo que todos coincidimos.
Estoy seguro de que el día que empecemos a entender así la religión, será sin duda la cuestión capital para todos. Porque la religión dejará de ser la pesada carga que separa y divide, que canoniza a unos y se olvida de otros, que amenaza a casi todos y pone pedestales a no pocos ambiciosos. Entonces la religión empezará a ser el gran Proyecto de la Humanidad.”