sábado, 23 de mayo de 2009

IGLESIA: fidelidad, obediencia, libertad.


"La gran prueba de fidelidad en la vida cristiana: una prueba que se deriva del hecho de que en la Iglesia Católica identificamos de forma excesivamente rígida fidelidad a Dios con fidelidad a la organización externa de la Iglesia. De ahí que invariablemente estemos ante una gran prueba siempre que se plantee un conflicto evidente (y estos conflictos se plantean fácilmente). Hay momentos en que según todas las apariencias, la fidelidad a Dios no es compatible con la mera obediencia a una norma externa: la fidelidad a Dios requiere algo distinto. Ciertamente no la revolución ni la desobediencia, pero sí una presentación de puntos de vista alternativos y más profundos.

Una fidelidad que exige siempre el sacrificio de lo interior y más perfecto con el fin de conformarse con una norma externa mediocre y que lo único que pide de nosotros es una cierta pasividad e inercia, es, en realidad, una infidelidad a Dios y a Su Iglesia. Por otra parte, no debemos convertir la autonomía en un fetiche y ser fieles únicamente a nuestra voluntad, puesto que ésta es la otra manera de ser infiel.

La respuesta está en considerar la Iglesia no tanto una organización cuanto un cuerpo vivo de libertades interrelacionadas. La fidelidad no pertenece tanto al ámbito de la ley cuanto al ámbito del amor. Pero esto presupone obediencia y autosacrificio".


17 de enero de 1963.

Thomas Merton.

2 comentarios:

  1. Aquí está manifestado claramente el equilibrio de un maestro: Merton ama a la Iglesia, con un amor profundo, sereno y maduro; al mismo tiempo reconoce sus límites como estructura humana, y pide un actuar profético en medio de la Iglesia. Pide que todos seamos responsables, y no descargemos la responsabilidad en la jerarquía, y pide que nos amemos mutuamente, porque van juntos fidelidad, compromiso y amor.

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  2. Cristo es la única norma irrevocable.
    "Donde no hay libertad, no está el Espíritu del Señor... Nadie en la Iglesia tiene derecho a manipular, reprimir o suprimir, abierta o solapadamente, la libertad fundamental de los hijos de Dios y establecer la soberanía del hombre sobre el hombre, en lugar de la soberanía de Dios. En la Iglesia debe manifestarse esa libertad en la libertad de palabra (franqueza) y en la libertad de acción y renuncia (libertad de movimientos y liberalidad en el sentido más amplio de la palabra)... la misma iglesia debe ser a la par ámbito de libertad y abogado de la libertad en el mundo. Ser Cristiano. Trotta, 1996.
    José Gómez Caffarena, profesor de metafísica en la Universidad Comillas de Madrid, escribió:
    "La teología de Hans Küng da sin duda prevalencia a los orígenes cristianos. En segundo lugar, a la actualidad que vive el creyente de hoy; solo en tercer lugar a la tradición doctrinal."

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