
“Un santo es capaz de hablar del mundo sin ninguna explícita referencia a Dios, de tal modo que sus afirmaciones den mayor gloria a Dios y despierten mayor amor a Dios que las observaciones de alguien menos santo, que tenga que esforzarse por establecer una arbitraria relación entre las criaturas y Dios mediante gastadas analogías y metáforas, tan débiles que hacen pensar que algo le pasa a la religión”.
Semillas de Contemplación, 21
Hablamos de Dios sin hablar de Dios siempre que amamos. Cuando nuestro corazón es de carne, y late, y vibra, y se estremece o se enamora y es corazón amante, y amigo, y hermano y prójimo.
ResponderEliminarTambién se puede hablar de Dios y hablar a Dios en los poemas, con la poesía.
DESEO
Que la vida no vaya más allá de tus brazos.
Que yo pueda caber con mi verso en tus brazos,
que tus brazos me ciñan entera y temblorosa
sin que afuera se queden ni mi sol ni mi sombra...
Que me sean tus brazos horizonte y camino,
camino breve y único horizonte de carne:
que la vida no vaya más allá... ¡Que la muerte
se parezca a esta muerte caliente de tus brazos!...
Dulce Mª Loynaz.
Cuando hablamos de justicia, de paz, de belleza, estamos hablando también de Dios. Y por encima de todo hablar de amor es hablar de Dios.
ResponderEliminarSan me alegra mucho volver a tenerte aquí. Me gustaría saber tu correo para poder escribirte.
Buena reflexión. Con palabras de una entrada anterior: se manifiesta a Dios cuando tomamos parte responsable en el curso de la historia.
ResponderEliminarAlberto
Y sobre todo que horror producen los que para hablar de Dios tienen que cambiar el tono de voz y hacer gestos extraños. Yo huyo de todo eso.
ResponderEliminarEs momento de que la iglesia escuche esta frase de thomas...estamos llamados a hablar de Dios como si fue un anonimo.
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