La Trapa no ha tenido una tradición literaria, y aunque Merton tenía cualidades como escritor, al llegar al monasterio supuso que dejaría atrás esos afanes. La voluntad de sus superiores fue, sin embargo, otra. El primer abad de Merton, Frederic Dunne fue quien estimuló a Merton para que escribiera; la última vez que Merton le habló, le aconsejó que siguiera escribiendo y que enseñara a los hombres a penetrar en el misterio del amor de Dios a través de sus libros (SJ, 114-115). Sus diarios han dejado constancia de sus frecuentes dudas respecto a este tema, y también su progresiva aceptación de que santidad y escritura estaban en él misteriosamente vinculadas (En la presentación de sus “Diarios”, Patrick Hart y Jonathan Montaldo hacen un excelente presentación acerca de cómo el hecho de llevar un diario durante la mayor de su vida hizo que Merton alcanzara una relación con Dios más profunda, orara mejor, se conociera a sí mismo, y nos dejara un testimonio valiosísimo de su búsqueda de la santidad. D1, 13-22). La escritura se convirtió para Merton en una disciplina espiritual, que le mantenía despierto, que lo empujaba cada vez más lejos, hacia una meta que se le anunciaba en el mismo proceso de escribir. Merton encontró a Dios en la escritura, y a través de ella maduró como monje. En septiembre de 1949 Merton escribió:
“Me parece que escribir, lejos de ser un obstáculo para la perfección de mi vida espiritual, se ha convertido en una de las condiciones de las que dependerá mi perfección. Si he de llegar a ser santo, y no existe nada que más desee, me parece que tendré que conseguirlo escribiendo libros en un monasterio trapense. Si he de alcanzar la santidad, no debo limitarme a ser un monje, que es lo que todos los monjes tienen que hacer para llegar a ser santos, sino además debo reflejar en el papel aquello en lo que me he convertido. La cosa puede parecer sencilla, pero no es una vocación fácil” .
(Dice Merton que se trata de ser un buen monje, ser él mismo, y escribir sobre ello; “ser una completa y santa transparencia: vivir, orar y escribir, a la luz del Espíritu Santo, desapareciendo yo enteramente para convertirme en propiedad pública, del mismo modo que Jesús es propiedad pública en la misa”. SJ, 266; SJ, 183).
La obra escrita de TM es abundante, casi 70 libros, y aun no está íntegramente traducida al español; aquí damos un listado breve de sus libros más importantes y el año de publicación: La montaña de los siete círculos (1948), Semillas de contemplación (1949), Ascenso a la verdad (1951), El signo de Jonás (1953), Los hombres no son islas (1955), Pensamientos en la soledad (1958), Cuestiones disputadas; La sabiduría del desierto (1960), Vida y santidad (1963), El camino de Chuang Tzu (1965), Incursiones en lo indecible; Conjeturas de un espectador culpable (1966), Místicos y maestros zen (1967) y El zen y los pájaros del deseo (1968).
Vivir el seguimiento de Cristo es optar por el ideal de la santidad, y Merton recorre ese camino manifestando, anunciando y reflejando su experiencia de Comunión en la escritura. Hace de la escritura un cauce de servicio para los demás, y se convierte así en un importante material constructivo en la edificación de su propia meta de santidad.
ResponderEliminarManuel, creo que haces un enfoque interesante y acertado al vincular en Merton santidad y escritura.
De la presentación de Merton, hecha por Francisco Rafael de Pascual, en el Congreso de Ávila del año 2006, copié este párrafo. Me gustó, además creo que refleja bastante bien a Merton y concuerda con la línea de tu entrada, Manuel.
“El viaje de Thomas Merton siguió un recorrido desde una multiplicidad de palabras hasta la Palabra y desde ella otra vez a las palabras; desde la sociedad a la soledad y de nuevo a la sociedad; desde la conversación hasta la conversión y de vuelta a la conversación; desde la comunicación hasta la comunión y de retorno a la comunicación. Tanto en el progreso histórico como en el regreso ontológico las palabras sirven para mediar en la construcción social del sentido del mundo”.
...desapareciendo yo enteramente para convertirme en propiedad pública, del mismo modo que Jesús es propiedad pública en la misa”. SJ, 266; SJ, 183).
ResponderEliminarTM a través de sus ecritos y de su entrega como monje ilumina la vocación personal de cada uno.
Leer a Merton nos ayuda a encontrar el camino hacia nosotros mismos y a seguir dando pasos en el compromiso con Jesús y con la Iglesia.
Desaparecer en la escritura para volverse propiedad pública, qué propósito más noble y más sutil. Tal vez Merton haya logrado no sólo desaparecer en la escritura sino además, como los grandes poetas, hacer desaparecer la escritura, ofreciéndonos un espacio de unión en lo inefable.
ResponderEliminarGracias por lo acertado de tu análisis y de las citas que elegís.
Grcias, mil gracias MANUEL...y a ti GABO...que bien expresas esa UNION más allá de palabras y conceptos.
ResponderEliminarESE ESPACIO DEL SILENCIO OCULTO Y A LA VEZ MANIFIESTO ...DONDE ÉL HABITA Y NOS ESPERA ... TAN CERCANO SU REINO A NOSOTROS...QUE LO LLEVAMOS DENTRO BAJO LAS CAPAS DE LA IGNORANCIA BÁSICA... BUSQUÉMOSLE...HALLÉMOSLE... LA PUERTA ESTÁ ABIERTA... EN EL SILENCIO DE NUESTRA MENTE Y CORAZON ÉL NOS ABRAZARÁ INFINITAMENTE. AMEMOS HALLARLE EN SU EXPERIENCIA ...Y LE HALLAREMOS.
UN ABRAZO PARA TODOS...MANUEL...SAN...GABO.
Carmen
concienciaprimordial.blogspot.com