"Las directrices para la meditación desde el siglo XVII hasta la primera mitad del siglo XX tendieron a ser excesivamente detalladas. A menudo el contenido bíblico era insuficiente y la meditación estaba poco ligada a la liturgia. Sin embargo, la renovación religiosa desde el Vaticano II ha traído un nuevo aprecio por la meditación y la contemplación…
Ya no podemos seguir viendo la meditación y la contemplación como experiencias esotéricas y elitistas. Nadie ha hecho más que el monje trapense Thomas Merton para liberar la meditación y especialmente la contemplación de ese elitismo. Merton hizo mucho para recuperar la tradición contemplativa sin caer en la trampa de trivializar la contemplación. Merton se preguntaba: ¿Qué significa la vida contemplativa o la vida de oración, soledad, silencio y meditación para el hombre de la era atómica? Este monje trapense, cuyas obras han sido mas leídas que las de cualquier otro monje de la historia, redescubrió a los cristianos su herencia de meditación y contemplación, y mostró con su vida que la meditación y la contemplación llevan inevitablemente a un ministerio de justicia y paz.
Durante el tiempo posterior al Vaticano II, se ha propagado también el interés por técnicas meditativas como la meditación trascendental. Aun cuando tales técnicas pueden tener beneficios terapéuticos y pueden ayudar al cristiano que busca el silencio y la oración, la meditación cristiana es más que una técnica. Es un acto de fe, un ejercicio religioso realizado como parte del seguimiento personal de Cristo. Su fundamento es la palabra de Dios y esta siempre abierto al don de la contemplación”.
“Espiritualidad cristiana. Temas de la tradición”.
Lawrence S. Cunningham y Keith J. Egan.
Sal Terrae.
Página 119/120.
Estupenda reflexión. Yo me he encontrado con cada aberración durante el último tiempo, que no paro de sorprenderme con algunas actitudes del ser humano.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por compartir esta reflexión con todos nosotros.
Hacemos contemplación, creo, en cualquier lugar y momento en el que experimentamos a Cristo. Se nos abren los ojos a su escritura y podemos leerlo en ese instante y sitio. Me parece sugerente, para meditar, este poema de Panero.
ResponderEliminarESCRITO A CADA MOMENTO...
Para inventar a Dios, nuestra palabra
busca, dentro del pecho,
su propia semejanza y no lo encuentra,
como las olas de la mar tranquila,
una tras otra, iguales,
quieren la exactitud de lo infinito
medir, al par que cantan...
Y su nombre sin letras,
escrito a cada instante por la espuma,
se borra a cada instante
mecido por la música del agua;
y un eco queda solo en las orillas.
¿Qué número infinito
nos cuenta el corazón?
Cada latido,
otra vez es más dulce, y otra y otra;
otra vez ciegamente desde dentro
va a pronunciar Su nombre.
Y otra vez se ensombrece el pensamiento,
y la voz no le encuentra.
Dentro del pecho está.
Tus hijos somos,
aunque jamás sepamos
decirte la palabra exacta y tuya,
que repite en el alma el dulce y fijo
girar de las estrellas
Leopoldo Panero
Gracias por este articulo, muy esclarecedor!!
ResponderEliminarUn abrazo y feliz Navidad!