domingo, 25 de julio de 2010

HUMANISMO CRISTIANO Y PERSONALISTA

“Una espiritualidad que desprecia la naturaleza y menosprecia a la persona humana es fundamentalmente divisoria y maniquea. Implica un concepto profundamente dualista de Dios y Su creación, en el que la creación parece oponerse a la bondad de Dios y ser completamente ajena a Dios; de hecho, a esta luz, la creación parece ser algo que Dios maldice, en vez de bendecirla y redimirla. Así pues, en lugar de utilizar los bienes de la naturaleza que Dios nos ha dado, les tememos y los despreciamos. Los rechazamos y los pisoteamos con desden. ¡Pero eso es algo que no podemos permitirnos cuando se trata de nuestra propia libertad, de nuestra integridad, de nuestra dignidad como personas! Despreciar a la persona humana y su identidad es despreciar la imagen de Dios reflejada en el hombre, Su criatura y Su hijo”.

 
Así, TM, desde su visión espiritual, profundamente humanizadora, puede afirmar: “La vida monástica tiene como misión ante el mundo afirmar no sólo el mensaje de salvación, sino también los valores humanos más fundamentales que el mundo necesita con tanta urgencia recuperar: la integridad personal, la paz interior, la autenticidad, la identidad, la profundidad interior, la alegría espiritual, la capacidad de amar, la capacidad de disfrutar de la creación de Dios y de dar gracias. Si el mundo no puede encontrar estas cosas en el monasterio, de poco sirve seguir los últimos cambios de la liturgia, tener las máquinas más eficientes y estar haciendo un buen negocio.

Nuestra tarea primordial es ser plenamente humanos y permitir que la juventud de nuestros días se encuentre y crezca en su condición de hombres e hijos de Dios. No hay ninguna necesidad de tener una comunidad de robots religiosos sin mente, sin corazón, sin ideas y sin rostro. Esta enajenación insensata es la que caracteriza al mundo y a la vida en el mundo. Hoy la espiritualidad monástica debe ser un humanismo cristiano y personalista que busque y salve la verdad íntima del hombre, su identidad personal, a fin de consagrarla por entero a Dios”.

3 comentarios:

  1. .."ser plenamente humanos y permitir que la juventud de nuestros días se encuentre y crezca en su condición de hombres e hijos de Dios".
    La contemplación que nos ayuda a crecer como personas tiene que ver con esto:
    "Por las puertas de los sentidos salimos de nosotros mismos hacia el Mundo, a la vez que el Mundo entra en nosotros. Atender al modo como transitamos estas aberturas es esencial para crecer en un modo transparente de existir. Porque hay un modo de entrar y salir por ellas que puede hacerse de manera autocentrada y depredadora o de manera agradecida y generadora de comunión . Tal es la diferencia entre sensualidad y sensitividad, una distinción con fecuencia poco reflexionada: la sensualidad implica una avidez y una dependencia del placer que provocan los sentidos, mientras que la sensitividad es la receptividad de la realidad a través de los órganos de la percepción, afinados en sus múltiples registiros. Como dice un proverbio oriental, para una persona sin control de sí mismo los sentidos son sus peores enemigos; pero para una persona que se ejercite en el autodominio se convierten en sus mejores amigos. Vivimos, sin embargo en una cultura que los exacerba, que los satura, en lugar de desarrollarlos".(Cuadernos de Espiritualidad. Nª135, 2002. Artículo de X.Melloni, sj.
    Pienso que la verdadera contemplación hace más plena a la persona, sea en un monasterio o en una casa de familia, en una parroquia, donde sea.

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  2. Pues hay que seguir diciendo “Amén” al leer este nuevo fragmento. Otro equivocación nefasta ha sido y, en determinados planteamientos espirituales sigue siendo, establecer dualismos (peor aún si se ponen en contradicción) entre humanidad y divinidad, Dios y mundo, religiosidad y disfrute sensorial.
    Si el hombre no puede encontrar en Dios la felicidad, de nada sirve la religión que predica a ese Dios. Y si los que nos denominamos cristianos no encontramos en Cristo motivo para disfrutar de la creación entera, gozar de la vida con sentido pleno y último, de nada sirve que usemos su Nombre.
    Decía Rilke, en un poema, que no se puede atar a Dios en un gesto y en una imagen, que hay que comprenderlo madurando, como lo comprende la tierra…

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  3. La intolerancia de cualquier tipo y el desprecio por lo que no se acepta, es uno de los mayores males que padecemos todos como miembros del mundo.
    Sabias palabras son las tuyas, querido amigo.
    Cuando quieras visita http://mi-refugio-y-el-de-mis-amigos.blogspot.com/, donde te fue otorgado el premio Dardos II,en reconocmiento por tu valioso aporte a nuestra maduración espiritual.
    Un abrazo.

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