jueves, 19 de agosto de 2010

MEDITAR ES PRACTICAR SIN DESCANSO

Un libro imprescindible para mí, en lo que a literatura de tema espiritual se refiere, es sin lugar a dudas “Meditar, por qué y cómo”, de Karlfried Graf Dürckheim (Mensajero, 1989). Dürckheim nació el 24 de octubre de 1896 en Munich. Participó en el frente en la I Guerra Mundial. Se traslada a Japón donde permanece de 1937 a 1947. A partir de 1950 desarrolla en la Selva Negra, Alemania, el Centro Rutte y la Escuela de Terapia Iniciática. Fue también catedrático de Psicología y Filosofía en la Universidad de Kiel. Falleció en 1988. La editorial que publicó este libro ha ido publicando otros suyos, por ejemplo, “El despuntar del ser. Etapas de maduración” (2009), “Sabiduría y amor. Reflexiones para cada día” (2004), y “Práctica del camino interior. Lo cotidiano como ejercicio” (1994). Si al principio el lenguaje que utiliza este autor puede resultar difícil de comprender, es un problema superable una vez que conseguimos entrar dentro de su cosmovisión. Cualquiera de los libros mencionados puede resultar una lectura fascinante y desafiante a mismo tiempo, porque indudablemente nos abrirá a una nueva comprensión del Misterio de lo Trascendente.

Todo lo anterior sirva como introducción para compartirles algunos textos del primer libro citado. Dürckheim habla de la experiencia del hombre en la modernidad, abocado a un desasosiego interno esencial, que le impulsa a buscar una nueva experiencia de lo Trascendente. La llamada a la meditación supone un cambio de orientación para salir de ese desasosiego, que se da a tres niveles: universal, histórico y personal. En este sentido, la meditación es el camino de la liberación.

Para que el fruto de cualquier trabajo meditativo madure, es preciso que el que medita sea capaz de responder a dos preguntas: ¿Por qué meditar? ¿Cómo meditar? Así, debe distinguir claramente el fin de la meditación y hacerlo nuevamente consciente cada día. Es necesario, mediante un ejercicio perseverante, que domine una técnica, formando de ella una segunda naturaleza que llegue a ser algo tan instintivo como su propia respiración”.

Es decir: MEDITAR ES PRACTICAR SIN DESCANSO. Esto no supone, apunto yo, hacer un determinado ejercicio siempre, sino hacer de la vida cotidiana un ejercicio. Del Meditar, en cuanto ejercicio iniciático, hablaremos en la próxima entrada.

1 comentario:

  1. Creo que del encuentro (y reencuentros) con Dürckheim nadie saldrá insatisfecho. Su biografía es fascinante, y su obra de una gran sabiduría práctica. Sus famosas terapias supieron englobar, para beneficio del desarrollo integral y armónico de la persona y para la superación de distintos problemas existenciales, lo que de común y más positivo para el hombre nos ha legado oriente y occidente: budismo zen, taoísmo, misticismo cristiano, y la psicología de raíz junguiana. Una de las prácticas que ofrecía era enseñanza de la meditación, que como él decía tiene como objetivo “dejarse encontrar por lo Totalmente Otro”. Gracias, Manuel, por traerlo al blog es este interesantísimo filósofo y guía espiritual.

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