“La perfección no es para quienes se esfuerzan por sentir, parecer y actuar como si fueran perfectos: es únicamente para quienes son plenamente conscientes de que son pecadores, como el resto de los seres humanos, pero pecadores amados, redimidos y cambiados por Dios. La perfección no es para quienes se aíslan en las torres de marfil de una imaginaria impecabilidad, sino únicamente para quienes se arriesgan a empañar su supuesta pureza interior, sumergiéndose plenamente en la vida como hay que vivirla inevitablemente en este imperfecto mundo nuestro: la vida con sus dificultades, sus tentaciones, sus decepciones y sus peligros. La perfección no es tampoco para quienes viven sólo para sí mismos y se ocupan únicamente del embellecimiento de sus almas. La santidad cristiana no es meramente un asunto de recogimiento u oración interior. La santidad es amor: el amor a Dios por encima de todos los demás seres, y el amor a nuestros hermanos en Dios. Tal amor exige, en último término, el completo olvido de nosotros mismos” .
De “La vida silenciosa”, 25-26.
Thomas Merton.
"La santidad cristiana no es meramente un asunto de recogimiento u oración interior. La santidad es amor: el amor a Dios por encima de todos los demás seres, y el amor a nuestros hermanos en Dios. Tal amor exige, en último término, el completo olvido de nosotros mismos”
ResponderEliminarEl recogimiento y tener en el día un rato de oración "para tratar de amistad con quien sabemos nos ama", como dice santa Teresa de Jesús, es un regalo impagable, y darnos a los demás ocupando nuestros días, en obras de misericordia.
"Completo olvido de nosotros mismos": una frase para que la asuma un monje de vida silenciosa, y también para los de vida apostólica,y para todo aquel que quiera seguir a Cristo de cerca sea donde sea. El olvido de nosotros mismos implica abandonarse en Dios Padre, como lo hizo Cristo.
“…Sólo el amor puede convertir en milagro el barro. Sólo el amor engendra la maravilla…” (grande, Silvio).
ResponderEliminarÚnicamente con amor, sintiéndonos amados, logramos aceptar y querer nuestro “suma y sigue” de errores y limitaciones. Sólo el amor nos convierte en sagrada y santa compañía, para nosotros mismos y para los demás, en este camino de la vida.
Amar significa abandonarse libremente a un “mar de vida”, que unas veces nos levanta, pero otras veces nos anega. Por eso, amar no es siempre fácil, ni sencillo; muchas veces, requiere valentía para aceptar una apuesta, coraje para luchar por un reto. Pero siempre merece la pena amar, porque el amor es lo único que nos da sentido.
¿Qué otra cosa somos todos, sino buscadores de Amor? ¿Y qué amor, verdaderamente humano, no es amor divino?
Gracias por esta entrada de hoy.
ResponderEliminarEs realmente muy sabia y está llena de ánimo para nuestras almas.
Deseo la Santidad para todos. No estado del alma más bello y gozoso que el de Amar y sentirse Amado.
Un abrazo.